El mayor enemigo de la humanidad.

Me encontraba como cualquier día de mi vida navegando por la red cuando de repente lo vi. Un calambre me recorrió toda la espina dorsal, el miedo llenó todo mi ser paralizando mis sentidos, un sudor frío empezó a rodar por mis sienes. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo en ese mismo momento. El mayor enemigo de la Humanidad, autentico hacedor de plagas, enfermedades, hambrunas. El ser que ha causado más daño, muertes y dolor que todas las guerras causadas por el ser humano a lo largo de su historia ahí estaba mirándome cara cara observándome, midiendo sus posibilidades, retándome. Tengo que decirlo pero no os escandalicéis ... ... era ... ...  ¡un mosquito! ¡No, por favor! No chilléis, no huyáis. Se que el miedo también os paraliza. A pesar del pánico que causan estos insectos, por favor, no desconectéis seguid leyendo.

Mosquito común.

Un marasmo de cuestiones en ese momento empezó atormentar mi cabeza, ¿cómo pudo ocurrir semejante desgracia? ¿Cómo pudo llegar a entrar ese abyecto ser posándose en el dorso de mi mano derecha sin ni siquiera haberlo notado? Fue entonces cuándo giré la cabeza y observé la ventana de la habitación abierta.

- ¡Loco, insensato! -estaréis chillando allá dónde estéis leyendo estas líneas.

Sí, reconozco que fue un error fatal. En Octubre y con estos calores no se puede dar cuartel al enemigo, pero el daño ya estaba hecho. Observé a mi contrincante detenidamente, por suerte era un mosquito común, Culicidae en latín, no se trataba del tan temido mosquito tigre, Aedes albopictus en latín también. Estos últimos son los auténticos legionarios de estos dípteros tan temidos.

-He tenido suerte -pensé. 

Estos bichejos son unos chupa sangres que van expandiendo enfermedades por doquier como la fiebre amarilla, la enfermedad del sueño, el denge, la malaria, el zika  y todos aquellos virus contra los que el ser humano no posee vacuna alguna.

El insecto, como dije anteriormente, estaba posado en el dorso de mi mano derecha precisamente la que utilizo para manejar el ratón. Está claro que conoce mis puntos débiles. La cabeza del insecto estaba dirigida hacia mí. Por lo que sé de estos insectos se encontraba evaluando las posibilidades que tenía contra este humano preparando su ataque. Tenia que actuar con rapidez, ser efectivo y contundente, y en un arranque de auténtico heroísmo lancé mi mano izquierda sobre el mosquito. Fueron 1,395702 segundos, un instante para un humano, una eternidad para el insecto. Milésimas de segundo antes del impacto el mosquito cogió vuelo esquivando mi manotazo golpeándome en la mano, seguidamente y sin tiempo para reaccionar se lanzó hacia mi cara.

-¡Tamaña osadía la de estos insectos! -grité.

Empecé a bracear como un director de orquesta que ha perdido los papeles intentando derribar a mi oponente. Lo único que conseguí fue darme otra bofetada en el rostro y que algunas hojas del escritorio cayeran al suelo. Observé que el mosquito alzaba el vuelo como un autentico caza-bombardero de la segunda guerra mundial alejándose de mi y perdiéndose por el cuarto. Sabed que estos bichos tienen la capacidad del camuflaje. No los ves, pero están ahí al acecho esperando su oportunidad. Como no conseguí verle pensé que se había perdido por la casa pasando el peligro. ¡Ingenuo de mi!

-Bzzzzz, bzzzzzz -escuché.

Minutos después cuando ya tenía el asunto olvidado se lanzó hacia mi oído izquierdo, fue un autentico ataque por sorpresa y a traición. Mi oponente era duro de roer, estaba claro que no iba a ser tarea fácil. Instintivamente lancé mi mano hacia este hijo del averno dándome otra bofetada en la oreja y braceando como un loco. Por supuesto no conseguí nada, en todo caso darme un tercer manotazo. Lo busqué por el cuarto y vi que mi enemigo todavía estaba volando haciendo eses, pavoneándose y riéndose de mi, no había conseguido nada. Autentico terror corría por mis venas. Aún así, un atisbo de serenidad llenó mi ser y pensé en tomar otras medidas. Estaba perdiendo la batalla, pero no iba a perder la guerra. 

-¡Ni una gota de mi sangre conseguirás chupar! -le grité. 

No podía usar artillería pesada, entiéndase insecticida. No solemos comprar en casa, error muy grave por cierto. Rápidamente fui al armario y cogí una toalla. Me tumbe boca arriba encima de la cama y esperé. Estaba creando una autentica encerrona seguro que mi oponente no se lo esperaba, en esta guerra no se hacen prisioneros. Poco después empecé a oír como se acercaba.

-Bzzzzzz, bzzzzzz, bzzzzzzz -escuchaba atentamente su aletear.

Tenía todo el cuerpo empapado en sudor frío, como seguramente estáis vosotros ahora mismo. Tenía que aguantar. Cuando ya se posaba sobre el brazo, sitio típico donde los mosquitos atacan, lancé la toalla sobre mi brazo y comenzó la batalla final. ¡Era o el mosquito o yo!

Sudoroso, temblando, al borde del colapso nervioso observé con mucho cuidado la toalla y ahí vi a mi enemigo derrotado.

-¡Te he vencido una vez más maldito! -grité-. Podéis venir todos los dípteros que queráis y cuando queráis que nunca, nunca conseguiréis vencerme. Jamás lograreis extraer una sola gota de sangre mía, ¡malditos vampiros alados!.

Totalmente agotado por la batalla me tumbé y cerré los ojos. Lágrimas de felicidad y orgullo empezaron a brotar por mis ojos cayendo por mi rostro denotando la tensión del momento.

Se que estáis todos tan impactados como yo leyendo estas líneas, pero podéis respirar tranquilos logré sobrevivir. Me llevé tres manotazos y algún que otro rasguño, pero el enemigo estaba muerto. Había ganado la guerra. Sí, ya lo sé, soy un autentico héroe no hace falta que me aplaudáis. No, no quiero estatuas en las plazas, ni calles con mi nombre, ni universidades con mi apellido, con vuestra gratitud tengo más que suficiente.

La guerra contra los mosquitos es una guerra totalmente anónima, silenciosa, sin homenajes, sin banderas, sin honores. Afecta a todos los humanos del planeta con independencia de raza, religión, sexo o lo que veas por la televisión. Vuestros hijos pueden estar totalmente tranquilos, peleamos para que exista un planeta libre de mosquitos y de las enfermedades que estos insectos transmiten. Aún así no me fío, voy por la casa vigilante y cuidadoso porque en cualquier pared, lámpara, mesa, puede estar el enemigo y atacar sin previo aviso. Sed todos vigilantes y cuidadosos.... LA GUERRA CONTINUA.

Firmado: El Comandante en Jefe de Las Fuerzas Armadas Anti-Mosquito. Manu García.

Publicado el 29 de octubre del 2016.

Bilbao, 20 de enero del 2021.

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