Arcade.

Pensativo, miraba la pantalla. Cierta tensión se le denotaba en el rostro. Encontrándose de pie tenía el cuerpo rígido, gotas de sudor poblaban la frente. Cavilaba sobre sus posibilidades mientras se dirigía a su objetivo, la mano izquierda manejaba la palanca de la dirección de la nave mientras que la derecha se esmeraba en manejar los seis botones que le servían para realizar distintas combinaciones de disparos y cambiar el sentido del movimiento de la nave. Esquivaba casi todos los disparos producidos por las naves del enemigo, más estaba recibiendo numerosos impactos.

 -¡Me estoy quedando sin escudos! -exclamó el piloto.

Máquina de arcade.


Horas antes cuando despegó con la nave había escogido todo lo necesario, llegó al límite de su nivel. Llevaba lo último en tecnología punta y le acompañaba todo el armamento más potente que podía recopilar. Tenía la opción de auto abastecerse y rearmarse por el camino, pero como persona previsora había cargado todo hasta los topes. A pesar de abatir numerosas naves enemigas y esquivar el fuego tierra-aire se estaba debilitando cada vez más, a medida que se acercaba a la guarida del enemigo la defensa de éste se hacía más enconada. Cuando atravesó el primer cinturón defensivo del enemigo tomó la decisión de que parte del combustible fuera a parar a los escudos reponiéndolos del todo lo que naturalmente mermaría sus posibilidades de velocidad. Entró por una serie de corredores por donde debía de dirigir la nave, a medida que profundizaba en ellos se hacían más estrechos y enrevesados. Tenia que poner toda su habilidad para poder manejar el vuelo sin chocar la nave contra los salientes de los túneles. Rozó el desastre en numerosas ocasiones, pero logró evitarlo.

Cuando por fin salió de allí tuvo un momento de respiro. Mientras la nave planeaba pudo soltar los mandos de las manos; se secó las manos con la pernera del pantalón; se quitó algunas gotas de sudor de la cabeza; y recopiló toda la información necesaria que pudo para ver del estado de la nave. Esto lo realizaba observando la pantalla de la que podía obtener información del estado de los escudos, combustible, armamento, velocidad y sobre todo la moral que no se mostraba en pantalla. Esto último estaba por las nubes. Estuvo un rato tranquilamente planeando a toda velocidad, la máxima que en ese momento le permitía el estado de la nave, mientras recargaba baterías dirigiéndose hacia la nave enemiga. Cuando por fin llego a verla en la distancia la examinó a fondo. A parte de lo descomunal que era la nave enemiga se percató que estaba acompañada por un séquito de naves defensivas de todo tipo, a parte del fuego defensivo de la propia nave y de algunas baterías aisladas. El tiempo le pareció detenerse.

 -Debo destruir primero sus defensas, para luego abatir sus naves y después acabar con la nave nodriza enemiga -pensó.

 Empezó el ataque de su nave liquidando poco a poco y pacientemente las baterías que poseía el enemigo tanto en tierra como en la propia nave nodriza. Cada vez que ejecutaba esta acción el combustible se agotaba y el armamento también.

 -No sé si podré lograrlo -pensó.

Cuándo destruyó la última defensa enemiga una miríada de naves enemigas se lanzaron sobre él como avispas que defienden a su reina intentando abatirle. El escudo de la nave aguantó mas la destreza que tenía con la palanca también tuvo su efecto. La batalla contra las últimas naves defensoras duró algo más de cinco minutos aunque pareciese que era una lucha eterna, mientras tanto la nave nodriza enemiga permanecía impasible e inamovible. El color negro que tenía parecía absorber toda la luz del Sol, cuando abatió la última de las naves defensoras la nave enemiga empezó a desplegar todo su armamento y a generar un pequeño pero efectivo escudo.

-¡A por ellos! -chilló frenético y lleno de adrenalina.

Aumentó la velocidad de la nave todo lo que pudo encarándose contra la nave enemiga lanzando una primera andanada de misiles con su armamento. La nave nodriza enemiga recibió multitud de impactos quedando seriamente dañada, pero aún así aguantaba con bravura.

-Ahora les toca a ellos -susurró para sí..

Sin ninguna clase de cuartel la nave enemiga cargó parte de su energía lanzando una poderosa descarga. La pequeña nave esquivó parte de la andanada, el resto de los disparos le dejó sin escudos y seriamente dañada.

-Esto es el fin -dijo con tristeza el piloto.

La nave ya herida de muerte siguió batallando con gallardía y planeando con maestría, pero los ataques que producía eran cada vez menos efectivos. Ya sin escudos recibía impactos en la coraza de la nave dejándola cada vez más inservible en manos de su enemigo. Por enésima vez volvió a enfilar la nave enemiga con valentía lanzado todo lo que le quedaba, apenas causó daños en el fuselaje del enemigo. Finalmente casi sin combustible y con armamento ligero, el armamento pesado estaba ya agotado, una última andanada de la nave enemiga daño todo el sistema de control destruyendo su nave. Seguidamente en la pantalla de la consola apareció “GAME OVER”.

 -Ni siquiera he logrado puntuar entre los diez primeros -masculló entre dientes.

Introdujo la mano en uno de los bolsillos del pantalón sacando una moneda que la metió en la ranura de la máquina. Respiró un instante y acto seguido pulsó el botón de un jugador.

Una nueva partida empezaba sin saber cuál sería el destino.

Publicado en Bilbao el 26 de diciembre del 2018.

Revisado en Bilbao el 21 de enero del 2021.

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