Con urgencia.

-BIP, BIP, BIP, BIP, BIP, BIP, …

Antonio se despertó sobresaltado por el sonido totalmente desorientado, se encontraba durmiendo plácidamente. Veía sin ver toda una orgía de colores que se derramaba por la habitación y por todo el apartamento, y ese estruendoso ruido que no sabía de donde venía.

-BIP, BIP, BIP, BIP, BIP, BIP, … -siguió sonando.

Se levantó de la cama aturdido poniendo los dos pies en el suelo. Se puso a andar descalzo sin saber muy bien a donde iba, continuaba desorientado. El píe izquierdo tropezó con la mesilla de la cama haciéndose un leve daño en los dedos

-Ay, ay, ay, … -se quejó casi cayéndose de bruces al suelo.

Al final se acabó de despejar centrándose donde se encontraba.

-BIP, BIP, BIP, BIP, BIP, BIP, BIP, … -seguía sonando la alarma ensordecedoramente.
-¡La mierda de la alarma del trabajo! ¡Joder! -gritó Antonio mientras se agarraba el pie golpeado a la pata coja.

Nave de pasajeros.


Se dirigió hacia la otra habitación cojeando levemente, y sin tardanza puso la mano en la mesa de la consola de control de la habitación. Seguidamente la pantalla que tenía en la consola se encendió automáticamente cesando la alarma y las luces regresando a una normalidad más tranquila. Se sentó en la silla de la consola frotándose toscamente la cara y la cabeza con las dos manos como intentando despejarse del todo, miró la hora en la consola del reloj.

 -¡Las tres de la madrugada, Santa Virgen! Pero, ¿qué es lo que pasa ahora? -exclamó con sorpresa.

Miró la pantalla de la consola que tenía en frente y observó la imagen de una mujer. Estaba perfectamente maquillada, cara y ojos redondos, pelo liso negro rubio entreverado, nariz chata y labios finos. Llevaba el uniforme con el logotipo de la multinacional en la corbata para la que trabaja Antonio, se la veía el micrófono justo al lado de la boca y el auricular en la oreja izquierda. El letrerito de la solapa llevaba su nombre, A. M. Gómez, era una administrativa de la rama de transporte. Tenía la cabeza ligeramente agachada mirando a la consola mientras tecleaba unas instrucciones. Alzó ligeramente la vista mirando directamente a Antonio, sin ninguna sorpresa por su parte dejó de pulsar en la consola sonriendole levemente.

-Buenos días Antonio, espero que hallas descansado bien -entonó más que habló la mujer.
-¡Buenas noches querrás decir! ¿A qué viene tanto escándalo? ¡Son las tres de la madrugada aquí! -respondió Antonio bastante mal humorado.
 -Hemos contactado contigo porque necesitamos que hagas el reparto que te mandamos en estos momentos por Red -respondió Gómez-. La carga ya está siendo llevada al transporte principal mientras hablamos para que cuándo llegues puedas salir con la mayor celeridad posible. Te hemos conferido la nave espacial más rápida y de mayor carga que tenemos para realizar el trabajo ya que nos corre bastante urgencia.
Sin dejar de sonreír pulsó seguidamente una orden en la consola con el dedo índice de su mano izquierda e instantáneamente parte de la consola de Antonio se iluminó emitiendo un pequeño sonido, “Blup”. Apareció el pedido que debía de llevar sin demora. Antonio al ver el pedido en la consola se echó hacía atrás sobre el respaldo de la silla con un gesto de sorpresa y con bastante cabreo en el ánimo.

-¿Por qué no llamáis a otros? -habló Antonio-. Seguro que hay compañeros disponibles para hacer el trabajo, estoy en mis días de descanso y recreo, y tengo planes para las siguientes semanas.
-Lo sabemos y esos planes deberán esperar-replicó la administrativa-. La clausula 92/G de tu contrato especifica que tus días de descanso y recreo están siempre a disposición de la empresa dependiendo del trabajo que tengamos. Ya los recuperaras cuando vuelvas de este encargo. El problema que tenemos es que en estos momentos todos nuestros repartidores están en ruta a excepción de tres. Una está de baja por maternidad, otro por enfermedad y el tercero desapareció con el transporte y toda la carga. Desconocemos que fue lo que ocurrió, de todas las maneras hemos denunciado este hecho a las autoridades No sabrás tú algo, ¿verdad Antonio?

Antonio realizó un rictus con la boca de sarcasmo al oír el último comentario, miró el destino del pedido que le había llegado.

-¡Madrid! -exclamó Antonio alarmado- ¡Pero, pero, pero! ¿Qué ha pasado para que de nuevo me mandéis a este endemoniado lugar? Ya llevé a este sitio un pedido hará un mes, no es posible que se hayan quedado sin suministros en tan corto periodo de tiempo.

Antonio tenía cara de enojo y enfado, mirando la pantalla buscaba que le dieran una explicación.

-Lo que la división de comunicaciones nos ha notificado es que este lugar tiene problemas de trasmisiones por estar optimizando sus sistemas de comunicaciones de largo alcance –respondió Gómez-. Tenemos continuas interrupciones de contacto con ellos, y además según creemos se han encontrado con falta de suministros. Es una situación un poco preocupante para los habitantes de este lugar, se trata de un tema urgente -se quedó mirando la pantalla Gómez con una sonrisa que no se le quitaba nunca.

-Optimización de comunicaciones, y una mierda. Inútiles es lo que son -masculló entre dientes Antonio mientras veía la hoja del encargo en la pantalla de la consola.
-¿Decías algo, Antonio? -inquirió suavemente la joven.
-No, no, no. Simplemente estoy muy sorprendido por el poco tiempo transcurrido desde la última vez que le llevamos lo solicitado.
-Ya sabes cómo debes de realizar el trabajo, pero por rutina y por expediente debo de recordártelo -habló Gómez-. El repartidor deberá llegar a la hora señalada para su salida, seguidamente tendrá que superar los protocolos de seguridad pertinentes para realizar el trabajo. Bajo ningún concepto el transporte, la carga o el operario deberán sufrir ninguna clase de peligro en el transcurso del viaje. Durante el trabajo no deberá tomar contacto con nadie a excepción de las personas estrictamente necesarias, el reparto se realizará con la mayor celeridad posible. Dispondrá del traje de la empresa y de todas las herramientas necesarias para llevar a buen fin la tarea encomendada. No corra riesgos innecesarios durante el transporte, y actualice su información antes de la partida. Ya sabe que cualquier pequeño detalle es vital para realizar el trabajo con éxito -acabó Gómez de hablar.
-¿Está todo claro Antonio? ¿Alguna duda? -preguntó Gómez sin dejar de mirar la pantalla.
-Sí, sí ... tan claro como siempre, sin ninguna duda -respondió Antonio leyendo la partida sin mirar a la pantalla.
-Ya sabes que si hay algún problema puedes contactar en cualquier momento con el enlace correspondiente, estaremos en contacto. Buen viaje, Antonio -terminó de decir la administrativa.

Repentinamente la comunicación se cortó sin más quedando el logotipo de la multinacional en la pantalla.  Antonio se quedó absorto en sus pensamientos durante un buen rato, llevaba ya mucho tiempo en este trabajo y algo le decía que ésto no era precisamente normal.

-Otra vez a ese lugar olvidado de la mano de Dios -pensó-. La hora, la urgencia, el transporte, mis días de descanso y recreo.

El instinto le decía que algo sucedía o iba a suceder. Se levantó de la silla dirigiéndose al baño, se dio una ducha rápida y se preparó para el trabajo. Acto seguido se dirigió a la cocina donde empezó a preparar el desayuno. Mientras éste se acababa de preparar cogió la tarjeta de memoria de un cajón de la mesilla, la colocó encima de la consola y con un gesto de la mano dirigió el encargo a la tarjeta donde quedó almacenado. Dejó que la tarjeta se quedase encima de la consola cargándose la batería que posteriormente le serviría para el transporte. Se dirigió a la cocina donde dio buena cuenta del desayuno, no necesitaba pensar en lo que iba hacer era un trabajo bastante monótono. Terminado el desayuno miró el reloj. Todavía le quedaba un buen rato antes de la salida del apartamento para poder revisar el pedido y programar el viaje. Fue a su habitación y cogió un cigarrillo que tenía en la mesita de noche, se lo llevó a la boca y lo encendió. Aspiró profundamente cerrando los ojos dejando que el humo llenase sus pulmones, seguía dándole vueltas al asunto. Se dirigió a la habitación de la consola y leyó el encargo.

-Que extraño, no suelen pedir esta clase de material -pensó.

Dio otra calada al cigarrillo, tecleó en la consola sus códigos de acceso para no tener que hacerlo luego y seguidamente lo almacenó en la tarjeta. Pegó tres caladas más al cigarrillo y lo apagó, se dirigió al armario donde cogió todos los enseres necesarios para el viaje, los introdujo en una bolsa. Miró la tarjeta viéndola cargada del todo, la cogió y la guardó en la bolsa. Se puso la bolsa a la espalda, y echando un vistazo a todo salió del apartamento.

La tormenta estaba descargando toda su fuerza sobre la peta-autopista, auténticos muros de agua tenía que atravesar Antonio con su auto-moto. Los rayos atravesaban el cielo iluminando tenuamente la senda. La noche era una noche totalmente cerrada sin Luna ni estrellas, el amanecer llegaría pronto. La auto-moto iluminaba penosamente el camino a pesar de la potencia de los faros, aún así Antonio disfrutaba de la conducción. La peta-autopista era un vía de comunicación de doble sentido de diez carriles cada uno. Él manejaba la auto-moto con el sistema manual, era algo peligroso pero así lo requería la situación. Adelantaba con maestría a los vehículos que se encontraba por el camino, llevaba prisa aunque sabía que tenía el margen de tiempo de seguridad. Cuándo llegó el alba la tormenta había empezado a aminar, y a alejarse del lugar. Antonio redujo la velocidad de su auto-moto saliendo de la peta-autopista por la ante última salida, cogió la carretera de doble sentido que le aparecía ante él y siguió su camino. Se desvió justo en la entrada de un bosque introduciéndose en él. Siguió unos diez kilómetros más y vio las instalaciones de su trabajo, la casona donde debía esperar las últimas instrucciones y las distintas cúpulas con los transportes correspondientes a cada cual más grande.

Despacio se dirigió con su auto-moto a una puerta metálica que se encontraba en la casona deteniéndose enfrente. La puerta metálica de una hoja se empezó a abrir suavemente, Antonio entró aún cuando la puerta no estuviera abierta del todo. Cuándo acabó de entrar en la casona la puerta automáticamente se detuvo comenzando a descender. Paró la auto-moto en el sótano esperando a que la puerta se cerrase del todo. Al cerrase la puerta el garaje se iluminó y con toda tranquilidad Antonio descendió del vehículo. Se quitó los guantes de las manos guardándolos en la bolsa, cogió su bolsa y cerró la auto-moto dirigiéndose a una puerta de madera que estaba enfrente. Colocó su mano derecha en un lector de manos que estaba en la pared de al lado, se escuchó un simple clic. Antonio empujó la puerta y entró, la puerta se cerró suavemente por si sola acabando el movimiento con otro clic.

Miró el reloj que llevaba en la muñeca y vio que había llegado con bastante antelación como era de costumbre en él. Se dirigió a la sala que había en la casa entrado en ella. Allí había una consola más grande que la de su apartamento con un asiento en frente unido a la consola hacía la que se dirigió. Se sentó en el asiento dejando caer bruscamente la bolsa en el suelo, se acomodó y puso la mano derecha encima de la consola. Una serie de luces saliendo de la consola le escanearon la mano, y ésta se conectó encendiéndose la pantalla. Momentos después apareció el rostro de una persona en la pantalla.

-Hola de nuevo, Antonio -era Gómez, la administrativa-. ¿Estás ya preparado para el viaje?
-¡Que remedio! - respondió Antonio malhumorado y estirándose un poco. - ¿Hay alguna novedad?
-Sí, todavía el pedido no se ha podido completar ya que al ser un pedido de última hora no hemos logrado llevar todo el material al transporte y además la carga del combustible está al 85 % - respondió Gómez sonriente-. Deberás esperar un poco más, además hemos perdido todo el contacto con Madrid. Lo último que sabemos es que estaban probando la nueva antena de comunicaciones de largo alcance como te he comentado anteriormente, pero creemos que no hay motivos para preocuparnos.
-¡Maldita sea! ¿Para eso tanta prisa? Ahora me toca esperar -interrumpió Antonio de malas maneras.
-Sabemos que es un incordio pero es lo que hay Antonio -respondió la administrativa sin perder el temple.
-Por aquí estaré, avisadme cuando esté todo completado -comentó Antonio bastante molesto por las noticias.
-Así lo haremos, hasta la siguiente conexión -dijo Gómez apagándose la pantalla.

Antonio echó la cabeza hacia atrás en el respaldo de la silla, y mirando al techo resopló.

- Tanta prisa para nada -pensó.

Giró la cabeza a la derecha y vio la vieja librería llena de libros, novelas y volúmenes, pero sabía que solo era una librería simulada, su fin era otro totalmente distinto. Giró la cabeza hacía la izquierda y vio el armario de donde le suministraban la ropa de labor, justo al lado del armario se encontraba una ventana. Miró a través de la ventana y vio las distintas cúpulas de diferentes tamaños, algunas estaban abiertas del todo y vacías otras estaban completamente cerradas. Al final, decidió conectar la consola y ver algún programa que daban por cable, esperó con impaciencia, seguía muy intranquilo por las noticias.

-Nada de esto es normal -pensó.

Cuando había pasado algo más de dos horas la consola se iluminó por completo apareciendo Gómez.  Antonio pegó un pequeño brinco en el asiento incorporándose.

-Antonio, la carga y el combustible ya se han completado totalmente. Todo está preparado para el viaje, puedes iniciar los preámbulos y partir cuanto antes -habló la mujer atropelladamente.
-Entendido, entones comienzo con el protocolo. ¿Algún cambio de última hora? -preguntó Antonio esperando la respuesta.
 -No, ningún cambio desde el último informe, seguimos sin comunicación con el lugar. No creemos que halla problemas graves, buen viaje -dijo la mujer con una sonrisa en la cara desapareciendo de la pantalla de la consola.

Antonio se quedo abstraído mirando la pantalla, se sacudió levemente la cabeza y mirando por la ventana observó la cúpula más grande. Ese iba a ser el lugar al que se disponía a ir. Se levantó de la silla de la consola, y sin demora se dirigió hacía el armario. Lo abrió cogiendo el traje que lo dejó encima de la mesa de la consola. Se desvistió por completo, y cogiendo una crema que llevaba en la bolsa se untó con ella. Después se enfundó el traje de una pieza, cogió la tarjeta guardándola en un bolsillo del traje. Cerró la bolsa y la dejó en el armario. Cogió el casco con una mano y los guantes con la otra dirigiendo sus pasos hacía el mueble de la biblioteca mientras el armario se cerraba por si solo. Al llegar al mueble de la biblioteca tiró de dos libros a la vez, la biblioteca se desplazó con un breve siseo hacia la derecha dejando ver un pasillo bien iluminado. Antonio entró y se dirigió hacía unas escaleras que descendían, la puerta de la biblioteca se cerró a sus espaldas.

Antonio bajó las escaleras encontrando en la planta del sótano un vagón de dos asientos encima de un raíl. Se sentó cómodamente, pocos segundos después y con suavidad el vagón empezó a avanzar hacia adelante. Al cabo de unos tres minutos el pequeño vagón con su pasajero llegó a su destino. Una enorme puerta le esperaba enfrente, Antonio bajó del vagón que inició su camino de regreso. Se dirigió hacía la puerta y puso su mano derecha en el lector de manos. El lector hizo su trabajo, y con un gran estrépito la puerta se abrió lenta y penosamente. Antonio no esperó a que la puerta se le abriese del todo atravesando el umbral de la puerta. Se detuvo al poco de pasar mirando al transporte con la cúpula en lo alto de la instalación.

El transporte era una nave espacial cuyo extremo puntiagudo apuntaba hacía lo alto de la cúpula. Antonio se situó delante de la puerta de acceso a la nave, esperó a que la puerta de entrada al transporte se cerrase del todo, chirriaba y retumbaba mientras se cerraba. Cuándo la puerta se cerró por completo resonó con un gran estruendo por toda la estancia. Colocó la tarjeta en la ranura correspondiente, la tarjeta fue engullida por el sistema de embarque de la nave y la puerta se activó abriéndose. Antonio entró dentro de la nave y andando por un pequeño pasillo se dirigió hacía la cabina de control. Una vez dentro de la cabina cerró la puerta de entrada a la cabina aislándose del pasillo, sabía que la puerta de la entrada de la nave se cerraba también sincronizada con la puerta de la cabina de control. Se puso los guantes, se colocó el casco y se sentó en el asiento de control. Todo estaba perfectamente iluminado menos los controles principales que tenía enfrente que permanecían apagados, se colocó los arneses al asiento sujetándose bien. Conectó el tubo del oxígeno al traje y el tubo del equipo biomédico a la otra conexión. Cuándo realizó esta conexión el traje se ajustó automáticamente quedando herméticamente cerrado. Acto seguido la consola se activó iniciándose el chequeo de la nave, todo se realizaba de una manera automática. Antonio observaba todo sin perder de vista ningún detalle. Combustible, integridad del casco, carga, oxígeno, ...

-Aquí centro de control -resonó dentro del casco.
-Aquí nave espacial de reparto DF 178/23, todos los indicadores en verde, solicitando permiso para despegar -respondió Antonio.
-Permiso concedido puede iniciar secuencia de despegue, buen viaje DF 178/23 -le contestaron desde centro de control.

Una vez acabada la conexión toda la cabina empezó a girar suavemente hasta que quedó totalmente perpendicular respecto al suelo y el operario mirando hacia la cúpula, hacia el cielo. Se escuchó un sonido sordo por toda la cabina, y la cúpula empezó a abrirse. El Sol iluminaba parte de la entrada de la cúpula, era un día despejado y espléndido. Cuándo la cúpula se abrió del todo la nave poco a poco fue remontando asomándose metro a metro hasta que una bestia de cuatrocientos metros quedo totalmente colocada en el exterior. Una vez detenido el movimiento, y con toda la nave en el exterior parte de la consola avanzó hacía Antonio poniéndose al alcance de él. Con sus manos enguantadas empezó a pulsar controles empezando la nave empezó a vibrar.

-Centro de Control, empiezo cuenta atrás, dos minutos y contando -recitó Antonio.

No hubo ninguna clase de respuesta desde centro de control, Antonio no se alarmó por la ausencia de respuesta todo iba bien.

-Todos los indicadores en verde … noventa segundos …

Gotas de sudor caían por el rostro de Antonio. Se le aceleraba el pulso, se apretaba los dientes, siempre sentía el mismo nerviosismo antes del despegue como el caballo de carreras que en breves momentos se va a lanzar al galope.

-Treinta segundos … quince segundos … todo correcto …  -reportó Antonio- … diez, nueve, ocho , siete, seis, cinco …

Los motores de la nave espacial súbitamente se encendieron rugiendo como bestias haciendo vibrar toda la nave más todavía.

-Cuatro, tres, dos , uno … -acabó Antonio con la cuenta.

La nave desperezándose se fue despegando poco a poco del suelo con parsimonia pero con firmeza, cada vez más alto, cada vez más rápido. Metro a metro se fue separando de la Tierra ganando velocidad, poco a poco fue venciendo el tirón gravitatorio que ejercía el planeta sobre ella, poco a poco se iba acercando a las estrellas.

Debido a la sacudida del despegue tan repentina y tan violenta Antonio se quedó encajado dentro del asiento, apenas podía moverse. A medida que ascendía iba cogiendo más velocidad, cada vez más rápido, cada vez con más furia. Alcanzada la altitud necesaria se desprendió de dos de los cuatro tanques de combustible extra que tenía, volvieron a la Tierra mediante un mecanismo automático. Siguió ascendiendo con los otros dos tanques extras y el tanque principal de la nave, ya no se oía el rugir de los motores, la nave había salido de la atmósfera terrestre. Los otros dos tanques se desprendieron cuando alcanzó la siguiente cota, Antonio empezó a notar que la inercia del despegue ya no le tiraba tanto. El motor principal siguió encendido hasta que alcanzó la velocidad necesaria, en ese momento se desconectó automáticamente dejando el combustible necesario para el resto del viaje. Con el impulso ganado y sin nada que lo frene en una hora atravesaría la órbita de la Luna a 106,6  kilómetros por segundo o 384 mil kilómetros por hora, a esta velocidad no se dirigía a la Luna. No alcanzaba ni el 0,04 % de la velocidad de la luz, muy lejos todavía  de la velocidad necesaria donde la relatividad cae sobre una losa sobre los hombros del viajero. Antonio esperó en su asiento mientras observaba los indicadores, todo iba de primera.

Atravesó la órbita de la Luna en el tiempo establecido y siguió desplazándose durante otra hora más, la inercia le llevaría a esa velocidad hasta el punto de salto. Cuando llegó a la distancia requerida para el punto de salto no frenó ni realizó ninguna clase de maniobra simplemente siguió avanzando. Antonio introdujo la orden para iniciar el salto en la consola mediante una combinación de teclas.

-Orden de salto introducida -recitó siguiendo con el protocolo.

La nave se empezó a rodear de una burbuja semitransparente que la iba cubriendo por completo. Cuando el indicador de burbuja llegó al 100% la nave quedó recubierta por una burbuja relativista que la protegería de las paradojas relativistas.

-Indicador de burbuja relativista en verde, introduciendo código de motor de torsión -habló Antonio introduciendo la secuencia en la consola
-Motor de torsión espacial conectado, iniciando salto.

No se encendieron los motores, no hubo parafernalia de fuegos, la nave no sufrió  ninguna vibración. Simplemente el espacio se acortó por delante de la nave lanzándole a una velocidad incalculable. Se había generado un agujero de gusano, llegaría a su destino en breves minutos. Antonio veía el espacio desde la cabina con lo que se denomina como “visión de túnel”. Cuando se acercaba a su destino una luz amarillenta empezó a parpadear. Segundos después apareció de golpe en otro lugar del Universo. Había llegado a su destino, el planeta Madrid, pero por el lado oscuro del planeta. En ese momento y lugar el planeta le tapaba la estrella madre totalmente de su vista.

-Llegada a destino sin problemas, empiezo las maniobras necesarias para situar la nave en la órbita planetaria necesaria. Conectando radar, conectando comunicaciones con el planeta.

Antonio fue introduciendo las instrucciones en la consola, y la nave fue respondiendo a la perfección. Los motores se encendían esporádicamente para ajustar la órbita alrededor del planeta de destino. Antonio observaba el planeta.

-Algo extraño observo en la superficie del planeta, hay unas luces extrañas blancas muy grandes, aparecen como fogonazos. Parecen explosiones -habló Antonio alarmado-. Me resulta difícil explicar lo que estoy viendo, desconozco cuál es el motivo de estas luces. También observo que las auroras planetarias son muy potentes en los polos del planeta, no es normal lo que sucede. Estoy en la posición correcta, pero no reconozco el planeta.

Antonio alarmado observaba el planeta no comprendiendo nada de lo que pasaba.

-Madrid, aquí nave de reparto DF 178/23 en órbita alrededor del planeta, responda … -intentó conectar con la base del planeta.
-Madrid, aquí nave de reparto responda … -no recibió ninguna respuesta.
Cuando la nave alcanzaba el amanecer espacial del planeta la estrella empezaba a asomarse por el contorno del planeta dejando a Antonio totalmente asombrado.

-¡Una estrella roja! Pero si era una estrella blanca, ¿qué ha corrido aquí? -chilló Antonio lleno de inquietud.
-¡Madrid, aquí nave de reparto D-F-1-7-8-/-2-3! ¡Responda Madrid, es urgente!

Antonio miró a la parte iluminada del planeta que podía observar viendo un gran incendio que devoraba gran parte del planeta. Mientras, la estrella pulsaba haciéndose cada vez un poco más grande lanzando grandes llamaradas de plasma estelar al espacio. Sin previo aviso un punto se materializó en el radar de la nave.

-Madrid, aquí nave de reparto, capto un eco metálico en el radar. Madrid, me recib ... -Antonio no pudo acabar el mensaje.
-¡Nave de rescate! … órbita … busque … estrel … -resonó en el casco de Antonio con mucha estática.
-Les recibo muy mal Madrid, aquí nave de reparto en órbita estable con suministros para el planeta, responda -habló cierto tono de rogativa Antonio mientras miraba de reojo a la estrella.
-Las comunicaciones se interrumpen constantemente, responda Madrid -volvió a comunicar Antonio.
-¡Nave de rescate! Aquí nave de escape de la base Madrid en órbita baja, solicitamos ayuda para salir de este infierno -una voz de hombre con una gran angustia rogó por radio.
-¡Madrid aquí nave de reparto! Vengo en misión de reparto no de rescate -respondió Antonio.
-¡Maldita sea! Mandamos un SOS por antena de largo alcance a la Tierra para que nos vinieran a rescatar, ¡no solicitamos ningún material! -chilló con más angustia todavía el hombre de la otra nave si cabe.
-La orden recibida de mi empresa es la de traer distintos materiales para la base del planeta Madrid con urgencia -respondió Antonio.
-Dijimos ¡EMERGENCIA! No ¡CON URGENCIA! ¡EMERGENCIA! ¡Por favor, ayúdenos! -chilló desesperado el piloto de la otra nave.
-¡Maldita sea! Yo soy un repartidor no un rescatador –pensó Antonio.

Pasaron unos segundos de tenso silencio.

-Aquí nave de reparto, ¿qué puedo hacer? No traigo ningún protocolo de salvamento, no me han mandado para esta clase de misión -comentó Antonio.
-Y nosotros somos científicos no pilotos así que menudo lío tenemos entre manos, algo debemos de hacer. Dígame por lo menos el modelo de su nave -imploró más que habló.
-Nave de reparto modelo Heracles RP-004 con sistema de salto y acoplamiento de naves de escape -recitó Antonio.
-Gracias al Cosmos, vamos en una órbita más baja que la suya y a más velocidad, dentro de unos minutos perderemos las comunicaciones. Cuando lleguemos a contactar con usted en la siguiente pasada nos dirigiremos a su nave con toda la velocidad que dispongamos para después intentar acoplarnos con su nave. Espérenos por lo que más quiera -suplicó con angustia el piloto de la nave de escape.
-Está bien, esperaré -contestó Antonio.

 Antonio minutos después perdió la señal de radar y la comunicación con la nave de escape tal y como le habían advertido.

-Se han quemado hasta los satélites de comunicaciones. El planeta está totalmente arrasado, y esa estrella sigue creciendo y expulsando material. Como nos pille una llamarada de esas lo vamos a pasar muy mal -pensó mientras esperaba dando la vuelta la planeta.

 Bastantes minutos después recibió una señal en el radar, el mismo eco metálico anterior.

-¿Nave de ... ... recibe? -sonó de nuevo en el casco.
-Aquí nave de rescate o cómo me quieran llamar, les recibo muy mal -respondió Antonio.
-¡Hacía allí nos dirigimos! -gritaron desde la nave de escape cortándose las comunicaciones.

Antonio observó en el radar como ese objeto metálico se dirigía hacía él a gran velocidad.

-Como no frenen se van a pasar de largo -pensó.

Segundos después el computador de la nave señaló que la nave de escape se acercaba en rumbo de colisión hacía él, sonaron las alarmas de la nave aunque todavía quedaba suficiente tiempo para evitar la colisión. Antonio apagó las alarmas y esperó a que realizasen las maniobras correspondientes, aún así la nave de escape no bajaba de velocidad.

-Nave de escape les informo que vienen justo en rumbo de colisión -comunicó Antonio alarmado.

No hubo ninguna respuesta. Esperó unos minutos más y repitió la misma comunicación, la respuesta fue la misma. Antonio se puso más nervioso si es que podía ponerse más nervioso, observó una llamarada enorme en el planeta.

-¡Por Dios! ¿Qué pasará ahí abajo? Es mejor no saberlo.

Siguió observando a la nave de escape que se le echaba encima, notó que quedaba menos de un minuto para el contacto.

-¡Nave de escape frené o colisionaremos! ¡Nave de escape! ¿Me recibe? ¡Por Dios, vamos a chocar! -chilló histérico Antonio.

Segundos después de la última comunicación la nave de escape expulsó un chorro de energía de la parte delantera que la hizo frenar ostensiblemente, aún así las dos naves se alcanzaron en pleno vuelo orbital rozándose de una manera muy violenta,

-¡No, no, no! -gritó Antonio- ¡Maldita sea, maldita sea ... MALDITA SEA!.

Apresuradamente tuvo que teclear ordenes para mantener la órbita de la nave debido al golpe mientras la otra pasaba de largo, la nave respondió con firmeza consiguiendo mantener la órbita. Antonio con una gran angustia y con la respiración acelerada observó como la nave de escape se quedada a la deriva alejándose de la suya girando como una peonza.

-Escape aquí rescate, ¿se encuentran bien? Escape, ¿me reciben? -habló Antonio.
Salieron unos chorros de energía de la nave de escape qué hicieron que dejase de girar estabilizándola.

-Rescate, casi no tenemos energía, tan solo nos queda la justa para el acoplamiento. Tendrá que venir a por nosotros o dejarnos a la deriva. Esperamos que los daños causados no sean graves, no teníamos otra opción -sollozó el piloto.
–Menudo marrón me han endosado los del trabajo, me van a tener que dar muchos días de descanso y recreo –pensó Antonio mientras observaba con angustia como se alejaba la otra nave.

Miró los indicadores de la nave, vio que todo estaba en verde a pesar de lo aparatoso que fue el encuentro orbital. No encontró problemas graves con el fuselaje y la carga, los motores estaban sin ningún rasguño, no había perdida alguna de combustible ni de oxígeno. Antonio respiró aliviado, sudoroso y sin perder el tiempo tecleó las ordenes correspondientes dirigiendo su nave al encuentro de la nave de escape.

-Escape aquí rescate, los daños no han sido graves, chapa y pintura. He trazado una trayectoria de acercamiento hacía vosotros con el dispositivo de acoplamiento mirando hacía su nave. Hacía allí me dirijo, esperen, pero voy a tener el combustible justo para el salto y poco más -comunicó Antonio.
-Recibido y gracias -respondieron.

La nave de Antonio convertida ahora en nave de rescate, se dirigió hacía la otra nave mientras ésta última se iba adentrando cada vez más en el frío espacio. Logró colocarse a la distancia de acoplamiento necesaria mientras las dos se alejaban del planeta. La nave de Antonio sincronizó la velocidad con la otra nave de manera automática.

-Escape puede empezar las maniobras -ordenó Antonio cada vez más tranquilo.
-Recibido rescate, comenzando maniobra de acoplamiento -habló el piloto de la nave de escape.

La pequeña nave recuperando el pulso empezó a soltar chorros de energía y a aproximarse a la nave de Antonio con suavidad. Después de un par de intentos y unos cuantos golpes entre las naves, la nave de escape finalmente se acopló a la nave de rescate sin problemas siendo firmemente sujetada por los sellos magnéticos de la nave de rescate.

-Escape, acoplamiento realizado con éxito -comunicó Antonio-. Todos los indicadores de sujeción en verde, nos dirigimos a la distancia de salto, pero cuando lleguemos deberemos lanzar un SOS ya que no me queda combustible para aterrizar.
 -Recibido ... gracias por no abandonarnos ... tan solo nos quedaba soporte vital para un par de días ...  ¡Gracias! -lloró el piloto de la nave de escape–. Ahora debemos de mantenernos en silencio para alargar más las reservas de oxígeno ... ¡gracias!
 -Recibido escape -respondió Antonio.

Antonio tuvo que trazar una nueva trayectoria para dirigirse hacía el punto de salto. Mientras tanto iba poco a poco dejando a sus espaldas la estrella y el planeta. También tuvo que modificar la trayectoria de la dirección de salto ya que no tenía el combustible necesario para quedarse en órbita y aterrizar en la Tierra. Al llegar deberá pedir ayuda. Cuando llegaron a la zona de salto el proceso se inició con la burbuja relativista, segundos después de cubrirse por completo las naves saltaron sin mayores contratiempos. Minutos después aparecieron en un lugar donde no estaba la Tierra.
 -Tierra, aquí nave de reparto DF 178/23 solicitando protocolo de emergencia. Solicito ayuda por no tener combustible para la aproximación y aterrizaje, ¿me reciben? -comunicó Antonio.
 -Tierra, ¿me recibe? Aquí nave de reparto solicitando ayuda.
 -Aquí base Tierra ¿cuál es el problema? -escuchó en su casco segundos después.
 -Aquí nave de reparto  DF 178/23 de vuelta de Madrid. Traigo conmigo una nave de escape de la base de dicho planeta, me he quedado sin el combustible necesario para realizar las maniobras de aproximación y aterrizaje. Solicito ayuda -respondió Antonio.
 -Aquí Tierra la solicitud ha sido cursada, la ayuda despegará en menos de diez minutos. Esperen en el lugar en donde están -comunicaron desde control Tierra.
 -No creo que me pueda ir a otro sitio –musitó Antonio.
 -Preparándonos para aterrizaje de emergencia aquí en la base –siguió comunicando Tierra– protocolos de seguridad y contingencia activados.
 -Gracias base Tierra, preparados para recibir ayuda -concluyó Antonio.

Tres horas después la nave de salvamento se acercaba, Antonio la tenía a la vista.

-Aquí nave de salvamento, ¿alguien me recibe? -escuchó Antonio en el casco.
-Aquí reparto, alto y claro, llenarme el depósito y limpiarme el parabrisas, por favor -respondió Antonio.
-Aquí salvamento, me alegro por el buen humor. De todas maneras observamos un gran rasponazo en el casco. Lanzando mini sonda para observar posibles daños. Reparto tienes muchas abolladuras en el casco pero parece que el tren de aterrizaje lo tienes bien, la nave de escape está muy tocada, es una suerte que todavía estén con vida. Empezamos con las maniobras para llenado de depósito de combustible.

Una hora después la nave de rescate o reparto, a estas alturas ya daba igual, tenía el combustible necesario para llegar a la Tierra.

 -Aquí reparto, ya tenemos el combustible necesario -comunicó Antonio-. Introduciendo nueva trayectoria en la consola para aterrizaje en la Tierra. Parámetros introducidos, ordenes completadas, ¡allá vamos!.
 -Base Tierra recibido -le respondieron desde base Tierra.

La nave de reparto empezó a moverse escoltada a la distancia de seguridad requerida por la nave de salvamento llegada desde base Tierra. Por suerte la nave aterrizó sin más problemas, y los supervivientes de la nave de escape fueron evacuados a distintos centros de salud. No todos los colonos que había en el la base del planeta Madrid pudieron escapar, hubo numerosas bajas. Antonio casi no podía ni moverse por la tremenda tensión, tuvieron que ayudarle a salir de la cabina evacuándole a un centro de salud para analizar posibles lesiones, al fin y al cabo solo era un repartidor.

Se montó un buen escándalo a nivel mundial a cuenta de lo ocurrido en ese planeta. Se replantearon muchos protocolos de comunicaciones y evacuaciones de emergencia, así como el estudio de las estrellas y su evolución. Antonio tuvo que dar muchas explicaciones de lo sucedido así como los científicos que consiguieron salir de aquel lugar. Cuándo todo este asunto empezó a amainar y las aguas volvieron a su cauce Antonio pudo empezar a disfrutar de sus días de descanso y de recreo tan bien merecidos.

Publicado en Bilbao el 23 de enero del 2019.

Revisado den Bilbao el 25 de enero del 2021.

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