El apagón.

Como todos los viernes, y antes de la llegada de la medianoche terrestre, horario de la costa atlántica de la antigua América del Norte, empezaba el programa de gran éxito de la olocrovisión “Me lo dices o te lo cuento”. El presentador apareció en el plató acompañado por una orgía de luces de color que hacían cegar la vista a cualquier olocroespectador. Se presentó vestido con un traje multicolor que variaba el tono dependiendo de la iluminación, seguidamente se presentó como cada inicio de programa.

Ciudad sin luces.

-Buenos días y bienvenidos a nuestro programa de olocrovisión "Me lo dices o te lo cuento" -empezó a gritar el presentador contoneando las caderas-. Programa presentado por un servidor, Antonio Malachinche. Emitimos para todo el planeta en todos los olocrocanales y para nuestras colonias en la Luna, aunque a ellos la señal llegue con cierto retardo. La nave Alfa-Orión en misión a Marte lo recibirá días más tarde por estar situada en el lado opuesto de la órbita terrestre.

Se escuchaban aplausos por doquier y retumbaba la melodía tan característica del programa. Mientras, un séquito de mini-cámaras-drone flotando, mcds, giraban pausadamente alrededor de él. Las luces empezaron a mitigarse hasta que se logró alcanzar una luminosidad soportable.

-Tenemos hoy en nuestro plató a un invitado muy especial, se trata del científico Sebastiano Tolosabe. Demos la bienvenida con un gran y caluroso aplauso a tan famoso erudito -anunció el presentador.

Se giró aplaudiendo hacía uno de los lados del plato, mientras se oían aplausos con más fuerza si cabe en un lugar donde no había espectadores. Acto seguido, y saliendo por uno de los lados del plató apareció un hombre muy alto con rasgos asiáticos, delgado, vestido de blanco, ojos negros profundos, frente despejada y una melena negra con raya en medio que le llegaba hasta los hombros, era un hombre joven. Caminando con agilidad y presteza llegó al centro del plató, agachó la cabeza respetuosamente ante una mcd que le seguía desde el pasillo, y seguidamente saludó al presentador apretándose las manos mutuamente mientras los dos miraban las mcds respectivas. Instantes después tomaron asiento cada uno de ellos en los butacones situados a tal efecto en el plató.

-Señor Tolosabe, bienvenido al que también es su programa ... “Me lo dices o te lo cuento” -dijo el presentador con una tremenda sonrisa en la cara mientras volvía a sonar la fanfarria del programa.

Una mcd distinta enfocaba a cada uno de los protagonistas del plató, entre tanto las demás giraban alrededor buscando planos inverosímiles de los dos protagonistas.

-Bien hallado, señor Malachinche -respondió respetuosamente Sebastiano, no sin cierto nerviosismo.
-Para iniciar el programa hagamos un breve repaso a su biografía profesional -comentó el presentador mientras sujetaba con las manos una pequeña pantalla led sin perder de vista la cámara mcd.
-A pesar de ser un hombre joven usted tiene múltiples carreras, física, química, matemáticas, biología, ingeniería, también es una persona erudita en astrofísica y todo aquello relacionado con la astronomía además de poseer varios doctorados por distintas universidades. Se le puede considerar un doctor “Cum Laude” -apostilló el presentador mientras resonaban ciertas carcajadas por todo el plató riendo la gracia del comentario realizado, si es que tendría gracia alguna el comentario.
-También tiene distintos premios, menciones, medallas, diplomas por diversas Universidades de las más insignes del planeta, “Doctor Honoris Causa” por unas cuantas más ... es usted una persona evidentemente sabia a pesar de su juventud -resolvió el presentador con cierto tono de desdén y gesto aburrimido.
-Dígame señor Tolosabe, ¿cuál es su secreto? -preguntó al científico mirándole a los ojos mientras las mcds flotaban alrededor de ellos.
-No hay ningún secreto Señor Malachinche, simplemente es trabajo y humildad -respondió Sebastiano con parsimonia y calculando cada palabra.
-Bueno, bueno, señor Tolosabe, todos sabemos que hay que tener algo más para acumular tanta sabiduría -Sebastiano iba a contestar pero Malachinche le cortó-, pero no estamos aquí para éso.

Estamos aquí para hablar de nuestra estrella, ¡el Sol! Dígame señor Tolosabe, ¿cómo se encuentra de salud nuestro Sol? ¿Está enfermo? ¿Se encuentra solo? ¿Se está apagando? Háganos participes de sus últimos descubrimientos, por favor -inquirió a Sebatiano no sin cierta mofa. 

Las mcds se abalanzaron sobre Sebastiano enfocándole desde distintos ángulos. Sebastiano sin hacer caso a esa especie de moscas zumbonas se llevo la mano cerrada a la boca tosiendo levemente buscando las palabras adecuadas empezando su alegato.

-Brevemente, y sin querer entrar en profundos tecnicismos para que todo el público lo entienda -hablaba pausadamente Sebastiano-. Mis colegas de profesión y yo hemos analizado profundamente en los últimos años los datos recopilados por las distintas sondas que vigilan la actividad solar, y sin temor a equivocarnos hemos detectado un aumento muy brusco y acelerado de la actividad solar hasta la fecha. Esta actividad solar extra detectada es la mayor de las que cualquier científico se haya encontrado pudiendo alcanzar el máximo solar con una mayor cantidad de actividad de las que jamás hallamos descubierto anteriormente, suponiendo que lleguemos al máximo solar en las fechas previstas, sino antes. He de añadir que este acontecimiento sorprendente no tiene ningún precedente en la historia de las observaciones humanas, estas anomalías rompen con nuestros registros y probables predicciones a futuro. Lo que nos lleva a definir este hecho como un evento atípico en la reciente historia de la humanidad, ya que teniendo en cuenta que vigilamos la actividad solar mediante satélites desde el siglo XX, y tenemos datos fiables desde el siglo XVIII, es la primera vez que observamos esta anomalía en nuestro Sol -concluyó Sebastiano.
-Bueno señor Tolosabe, creo que queda claro. Y ¿qué es lo que nos espera? ¿Más calor, más moreno, más electricidad gratis? -preguntó con cierto menosprecio Malachinche volviendo las risas por el plató.
-Simplemente, el aumento de la actividad solar implica un mayor aumento del número de manchas solares, lo que supone una mayor eyección de masa coronal del Sol - explicaba Sebastiano con paciencia-. Esta masa coronal es plasma solar formado por partículas cargadas eléctricamente que chocan contra el campo magnético de la Tierra formando las auroras boreales y australes. Pero ...
-¡Entonces tendremos lucecitas por la noche! -interrumpió Malachinche vociferando y con cierto sarcasmo-. Perdone, perdone, continúe señor Tolosabe … -le invitó Malachinche a seguir hablando con una sonrisa maliciosa.

Sebastiano se removió inquieto en su butaca molesto por el comentario, y carraspeando levemente siguió con su plática.

-A donde quería yo llegar es a que si se mantiene este aumento de la expulsión de masa coronal en los siguientes años, y la Tierra se encuentra en la dirección del plasma eyectado puede ocurrir que nuestro escudo magnético terrestre no soporte la presión o el empuje quedando afectados seriamente nuestros sistemas de satélites de comunicaciones, localizadores y sistemas eléctricos terrestres pudiendo llegar a colapsarse, y a dejar de funcionar con todos los problemas que ello acarrea -sentenció Sebastiano.

Malachinche arqueando las cejas con un gesto de sorpresa e incredulidad se quedó mirando fijamente a Sebastiano.

-¿Quiere decir usted que podemos desaparecer de la faz de la Tierra? -preguntó casi susurrando.
-No, no, desaparecer no -respondió Sebastiano con cierta grandilocuencia-. A los humanos no nos afectan esta clase de partículas no nos pueden destruir, pero sí a nuestra actual civilización basada en la tecnología más avanzada jamás lograda por el ser humano.
-Muy bien, muchas gracias por su disertación señor Tolosabe. Ahora busquemos otra opinión -comentó Antonio Malachinche.
-Tenemos una conexión en directo con otro colega de profesión del señor Tolosabe - hablaba Malachiche -. Les presento al Doctor Juan Listillo. Doctor Listillo bienvenido a nuestro programa “Me lo dices o te lo cuento” -sonó de nuevo la fanfarria del programa mientras esperaba una respuesta.
-Hola, Antonio -respondió una voz acelerada y entrecortada mientras aparecía su imagen en la pantalla de la olocrovisión.

La imagen mostraba un hombre entrado en años con cara alargada marcada por las arrugas, tez muy pálida, grandes ojeras, ojos oscuros incrustados en unas cuencas profundas, pelo ralo, escaso y ceniciento, y una gran frente.

-Doctor Listillo, también usted es un eminente científico, ¿qué piensa de lo que acaba de comentar el doctor Tolosabe? -preguntó Malachinche mirando con desprecio a Sebastiano, mientras éste le sostenía la mirada.
-¡Como siempre hay exaltados del fin del mundo que van diciendo barbaridades de hechos que no han ocurrido nunca, y que nunca ocurrirán! -chillaba histéricamente el doctor Listillo-. Siempre existen anomalías solares que nos afectan, pero que nunca han llegado a destruir ninguna civilización humana ni antes, ni ahora, ni después. Además, no hay porque alarmar a la opinión pública contando estas barbaridades, ¡señor Tolosabe es usted un irresponsable!
-Querido colega, debemos de prepararnos para una eventualidad como la que estamos observando. Si nuestros cálculos son correctos ... -intentó razonar Sebastiano.
-¡¡Esos cálculos que ustedes dicen haber hecho no son más que conjeturas realizadas por ciertos aficionados a la ciencia como usted que no ven más que desastres y problemas por todas partes!! - interrumpió desaforadamente el doctor Listillo-. Los niños en la guardería hacen cálculos más certeros con los restos de sus pañales de los que hacen ustedes o creen hacer.
-Una serie de tormentas magnéticas continuadas en el tiempo -interpeló rápidamente Sebastiano inclinando el cuerpo levemente hacia adelante-, podrían debilitar e incluso destruir nuestro escudo magnético terrestre llegando a inutilizar todos nuestros sistemas de comunicaciones vía satélite del que dependemos exclusivamente con el consiguiente daño. Actualmente, toda nuestra civilización depende de una manera casi exclusiva de ello. No nos olvidemos de nuestras colonias en la Luna que tanto esfuerzo y sufrimiento nos ha costado lograr, y de las misiones tripuladas a Marte. Deben de entender -continuaba- que nuestro modo de vida está basado plenamente en la electrónica y la electricidad. Todo lo que hacemos se registra en grandes olocomputadoras, señalar que ya no usamos ni siquiera papel. Si dejan de funcionar perderemos todos los datos científicos de los últimos dos mil años y toda la historia acumulada de la humanidad de los últimos diez mil años, y para siempre -la voz de Sebastiano fue aumentando de volumen.
- Por no añadir que todo funciona mediante Inteligencia Artificial, I.A., incluso las máquinas que reparan a otras máquinas funcionan mediante I.A -siguió Sebastiano-. Tenemos una vida totalmente supeditada a la tecnología, no estamos como estaban nuestros antepasados del siglo XX o XXI que empezaban a usar una tecnología incipiente. Disfrutaban de un gran margen de maniobra ya que muchas de las tareas las podían realizar manualmente, y podían reparar las máquinas mediante mano de obra humana. Nuestra civilización se basa plenamente en la tecnología y sin esa tecnología simplemente desapareceremos sin hacer ruido. Nos apagaríamos junto con las luces de nuestras viviendas, seria como una especie de apagón tecnológico silencioso ya que todo está conectado digitalmente, retrocederíamos no cientos sino miles de años -concluyó Sebastiano acabando bastante acalorado y acelerado.
-¡Es usted un necio y un mentiroso! -respondió Listillo mientras Malachiche sonreía a la mcd y se regodeaba en su asiento disfrutando del momento.
-Usted fue aquél que dijo que existía una anomalía en la órbita de la Luna que según sus cálculos se acercaba a la Tierra, o quiere que hablemos de aquella posible llegada de una nueva época glacial como usted chismeó en otros programas de olocrovisión no hace mucho tiempo. Deberíamos de llevar ante la Corte Penal Terrestre a personajes como usted que no hacen más que alterar la vida del honrado ciudadano -amenazó Listillo fuera de sí a Sebastiano junto con la mirada inquisidora del presentador.
-Esas afirmaciones nunca las dije yo -balbuceó Sebastiano en tono de súplica intentando defenderse.

Tenía la cara pálida y estaba atenazado por la congoja y el miedo, mientras las mcds zumbaban alrededor de él.

-Sí, sí, ahora usted dice que no dijo esas auténticas barbaridades que todos nosotros  pudimos leer y oír -replicó el doctor Listillo-. En fin Antonio, ésto es lo que hay con esta clase de seudocientíficos. Gente joven que lleva poco tiempo qué creen que lo saben todo sobre ciencia, qué pierden el culo por querer salir en un programa de la olocrovisisón en cuanto les llaman, y qué además no tienen respeto por nada ni por nadie, ¡ni siquiera se respetan a ellos mismos! Deberíamos de repudiar publica y profesionalmente estos comportamientos y a esta clase de personajes qué se creen que pueden darnos lecciones de ciencia -terminó de hablar el doctor Listillo como si fuera un juez dictando sentencia en un juicio sumarísimo que se celebraba en directo en ese mismo momento.

Malachinche miró a Sebastiano meneando la cabeza con un gesto de reproche dando la sensación que desaprobaba lo dicho por Sebastiano mientras todas las mcds le enfocaban.

-Doctor Listillo, creo que queda clara su postura en este asunto. Gracias por su visita y su opinión -tarareó Malachinche.
-De nada Antonio, menuda perdida de tiempo -remató Listillo con cierto desprecio en su tono de voz.
-Señor Tolosabe, gracias por su visita a este programa -habló Malachinche sin mirar a Sebastiano.
-Y ahora queridos oloseguidores ... -continuó Malachinche con el programa.

Mientras, Sebastiano se levantó con cierta dificultad del asiento con la cara totalmente desencajada, los ojos llorosos, y el labio inferior temblando. Abandonó el plató completamente devastado y deshecho por la tensión de la entrevista.

Pasaron quince meses desde la emisión del programa. Durante todo ese tiempo Sebastiano no pudo trabajar en ningún proyecto científico ya que había sido repudiado por la comunidad científica, y amonestado seriamente por la Corte Penal Planetaria debido a su disertación en el infame programa de olocrovisión. A todo esto hay que añadir también la polémica que se desató después en distintos círculos y redes científicas. Vivía de los galardones obtenidos años atrás por sus distintos trabajos en ciencia. Mientras, pasaba los días en su domicilio en la gran urbe que ocupaba toda la costa atlántica de lo que en una época pasada fueron los Estados Unidos de América. Ese día se encontraba en su pequeña terraza estudiando el Sol con su potente telescopio trabajando en su gran pasión, la astrofísica. Cuando y sin previo aviso las luces de su apartamento titilaron durante varios segundos para después apagarse. Paulatinamente, el apagón fue afectando a toda la mega-urbe dejando a oscuras a muchos ciudadanos, y extendiéndose por todo el planeta. Las máquinas se fueron desconectando una a una, y poco a poco todo se fue deteniendo a medida que la electricidad dejaba de fluir. La civilización se empezó a apagar junto con sus luces.

Al principio el apagón se recibió con cierta sorpresa y mofa entre la ciudadanía, era la primera vez que ocurría algo semejante en mucho tiempo. Pasaron las horas, y al ver que no regresaba la electricidad se fue pasando a la intranquilidad, la angustia y la alarma, ya que ciertos servicios básicos como el agua potable y las comunicaciones dependían del flujo de energía. El Gobierno Federal Planetario percatándose del problema empezó a tomar cartas en el asunto inmediatamente. Algunas infraestructuras vitales como hospitales, centros de gobierno o centros militares podían aguantar durante unas semanas ya que disponían de equipos acumuladores de energía que les suministraba la tan preciada electricidad. Aún así, el Gobierno era consciente de que la situación era muy grave ya que todo el sistema eléctrico planetario estaba afectado, y las comunicaciones se entrecortaban, nadie sabía lo qué pasaba ni por qué.

Una semana después del apagón, el miedo, la histeria y la desazón se propagaba por todo el planeta. Los ciudadanos no solo no podían acceder a los servicios más básicos, sino que el suministro de bienes y de alimentos se había paralizado por estar todos los vehículos inmovilizados. Empezaron las algaradas, el vandalismo y los tumultos masivos por todas partes. El Gobierno se veía cada vez más impotente para controlar la situación, absolutamente todo se estaba deteniendo, y además se les estaba acabando la energía de los acumuladores. La desesperación empezó a hacer mella en los habitantes del planeta Tierra, la civilización se desmoronaba sin remedio.

Meses después el mundo estaba inmerso en la oscuridad y el caos, ya no había ninguna clase de energía ni ninguna posibilidad de recuperarla, absolutamente todas las comunicaciones cesaron. Nunca más se supo de las bases en la Luna o de la nave tripulada Alfa-Orión en misión a Marte, el Gobierno Federal Planetario fue languideciendo con el tiempo hasta que acabó por desaparecer. Las mega-urbes eran auténticos páramos desolados de enfermedad, hambruna, pestilencia y muerte. La civilización simplemente dejó de existir, la anarquía y la barbarie regresaron a la Tierra.

Volvieron comportamientos que se creían superados como el fanatismo religioso o el sectarismo político. Todo lo realizado por el ser humano hasta entonces quedó enterrado y perdido en toneladas de metal inerte, frio y gris, olocomputadoras y centros de almacenamiento de datos a los que ya el ser humano no tenia ninguna posibilidad de acceder. Las centrales de energía se fueron descomponiendo a medida que las explosiones y los incendios se sucedían, absolutamente todo quedo arrasado y destruido.

Mientras tanto el Sol, el astro rey, totalmente indiferente a las penalidades humanas, se asomaba todas las mañanas por el horizonte iluminando un planeta Tierra donde el ser humano debía de volver a empezar.

Publicado el 9 de enero del 2019.
Revisado el 22 de enero del 2021.

Lo más visto del mes