El camarero.

Con agilidad y destreza el camarero flotaba más que caminaba por la barra colocando las botellas y la vajilla limpia en sus correspondientes baldas. El local se encontraba animado en ese momento. Varios grupos de personas amenizaban el lugar con sus comentarios, la música sonaba sin gran estruendo mientras varias personas se contoneaban en la pista de baile. También estaban los típicos borrachuzos de siempre con sus berridos y empujones.

 -¡Manolo! -gritó uno de los clientes.

 -Dígame señor en qué puedo atenderle -respondió el camarero educadamente con esa voz aflautada tan característica.

 -Sírvame tres cervezas de barril, dos copas de vino tinto y un cubata del mejor ron que tengas -ordenó el cliente sin demasiada educación.

 -Sí señor, como desee -respondió el camarero.

Androide.

El camarero comenzó a buscar los vasos y las copas con esa desenvoltura tan típica de los profesionales del gremio. Escanció los vasos con la cerveza del grifo, las copas las llenó con el vino que se guarda en botella de cristal enfriada previamente en un pequeño mueble a la temperatura adecuada y el cubata lo sirvió con la desenvoltura de los grandes profesionales. Colocó los bebercios en el dispensador.

 -Señor, aquí tiene su pedido. El total de la cuenta lo tiene en pantalla. Por favor, pase su tarjeta electrónica sobre el lector para pagar la factura, gracias -expresó el camarero mirando a los ojos del cliente.

 El cliente pasó la tarjeta con bastante mal gana y pagó el recibo. Automáticamente el cristal del dispensador se abrió pudiendo el cliente recoger los vasos y las copas.

 -Muchas gracias señor, es usted muy amable -dijo el camarero.

El cliente dándose media vuelta se llevó las bebidas sin responder, ni se molestó en mirarle.

Mientras el camarero observaba al resto de la clientela para que no le faltase de nada. Su atenta mirada se fijó sobre una mujer que estaba sola sentada en la barra.

 -¿Otra copa, señorita? -preguntó el camarero con amabilidad a la mujer sentada.

 -Sí, muchas gracias -respondió la mujer sonriendo.

El camarero retiró el vaso vacío, y en un abrir y cerrar de ojos le puso otro servicio como el anterior delante de ella. La mujer sin decir una sola palabra pasó la tarjeta por encima del lector abriéndose el cristal en un instante pudiendo recoger la copa.

 -Gracias -comentó amablemente la mujer.

 -A usted, señorita -respondió el camarero.

El camarero dejando debidamente atendida a la mujer colocó toda la vajilla en el lavavajillas y lo puso en marcha. Raudo pasó un paño húmedo por la barra para limpiar los restos que caían de los recipientes, de vez en vez reponía los refrescos y licores a media que estos se acababan mientras atendía a los clientes con soltura. Era un día tranquilo como otro cualquiera. Ajustándose la pajarita y el chaleco siguió observando el local. Tenía que estar impoluto y limpio, y los clientes adecuadamente atendidos.

-¡Camarero! ¡Camarero! ¡CAMARERO! -chillaba un hombre que no se encontraba en muy buenas condiciones desde el otro extremo de la barra.

 -¡Otra copa! ¡Otra copa! -espetó el cliente con esa típica voz que advertía que ya había bebido demasiado.

-Señor, ya ha bebido usted bastante por hoy. Si es usted tan amable puede retirase ya del local -respondió el camarero.

-¡Maldito seas! -exclamó con voz de borrachuzo.

-¡Sí te digo que me pongas una copa es que quiero me pongas una copa! -gritó el cliente de modo amenazador mientras se tambaleaba.

El camarero soltando el trapo y colocándose delante de aquel hombre respondió con firmeza.

-Señor, según la ley 23b/2589 del Gremio de Hosteleros de Nueva Solaris poseo la autoridad necesaria para según mi criterio no atender a nadie que presente síntomas de embriaguez. Puede usted marcharse, en caso contrario no tendré más remedio que llamar a la Autoridad Competente, gracias por su colaboración -terminó de hablar el camarero.

Al hombre se le puso la cara roja como un tizón. Observó al camarero, se giró y tambaleándose se dirigió a la salida del local mascullando entre dientes maldiciones e insultos dirigidos al camarero. Se dio una vez la vuelta en forma amenazadora, pero desistiendo de su actitud salió fuera del local. Cuando salió del local arreció en sus gritos y amenazas dirigiéndose a otro local que se encontraba a poca distancia de allí.

-Menudas formas las de ese personaje -comentó la mujer.

Sentada en el taburete bebía sorbo a sorbo de su copa. La fémina mirando al camarero y haciéndole un gesto con la cabeza requirió de su presencia.

 -Dígame, señorita -preguntó el camarero.

 -Sin animo de molestar, me preguntaba si te vendrías esta noche conmigo -le dijo la mujer con una voz dulce y sensual.

 -Perdóneme señorita, pero creo que se está confundiendo de camarero y de local -respondió el camarero dulcemente.

 -No, no. Solo esta noche, sin ninguna clase de compromiso -insistió la dama en un tono de súplica.

 -Señorita. comprendo su confusión, pero la comento que éste no es el local apropiado ni yo la persona adecuada. Soy un androide HOST-004/12 fabricado única y exclusivamente para el cometido de este local. No poseo el diseño adecuado para el tipo de relación que usted pretende señorita -explicó el androide a la mujer educadamente.

 -Puedo conseguirle distintas direcciones de locales donde podrá encontrar la compañía que usted requiere si así lo desea, e incluso puedo solicitar un taxi para que se pueda desplazar hasta allí con toda comodidad y seguridad -sugirió el camarero dirigiéndose a la mujer.

 La señorita se mantuvo pensativa durante un momento.

 -De acuerdo -respondió con un bajo tono de voz.

 -Y mientras llega el vehículo si lo desea la puedo invitar a otra copa -inquirió el androide.

 -Gracias, muy amable -respondió la dama confundida.

Y el camarero dirigiéndose hacia la balda con sus piernas metálicas enganchadas con rodillos a un raíl que solo le permitía moverse por la barra asió el vaso con uno de los brazos mecánicos mientras que con el otro cogiendo la botella con suavidad y maestría escanció el licor en la copa. Al mismo tiempo y por linea interna sin que el cliente se percatase llamó a un taxi para recoger a un cliente. Se dirigió hacía la señorita llevándola la copa en mano ya que era una invitación. La cabeza del androide tenia forma humana aunque no se distinguiese las características facciones del rostro humano, boca, ojos, pestañas, orejas, nariz …  Miró atentamente el rostro de la mujer mientras le sostenía la copa.

 -Aquí tiene su copa señorita. Ya he realizado la llamada, su taxi está en camino -comentó el androide mientras le dejaba la copa justo enfrente de ella encima de la barra.

La señorita agachó la cabeza en gesto de aprobación asiendo la copa. Inmediatamente el camarero continuó con su trabajo atendiendo a la demás clientela.


Publicado en Bilbao el 2 de enero del 2019.

Actualizado en Bilbao el 21 de enero del 2021.

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