Reunión vecinal.

Isabel se quedó unos instantes ensimismada mirando a través del cristal mientras se disponía a ponerse el traje, lo había dejado colgado de la pared.

-¿En qué piensas cariño? -preguntó Javier mientras miraba la pantalla completando las instrucciones antes de la marcha.

-Nada, nada, solo pensaba en como cambia el clima aquí -respondió Isabel-. Hay unas variaciones de temperatura muy grandes de la noche a la mañana, pero mes a mes casi ni te das cuenta. Y tú, ¿cuándo empiezas a prepararte amor? Date prisa, sabes que no me gusta llegar con el tiempo justo a estas reuniones -miró de soslayo al traje que se disponía a ponerse.

Después acabó mirando a Javier guiñándole el ojo derecho. Javier seguía enfrascado introduciendo las instrucciones al ordenador.

El rover Curiosity sobre la superficie de Marte. Crédito imagen: NASA.

-¡Ay amor! -exclamó Javier con una sonrisa mientras no perdía de la vista la pantalla y el teclado -. Sabes que me vuelves loco, debo dejarlo todo atado y bien atado. Nos vamos a ausentar durante unas cuantos días, y sabes que no puedo dejar nada al azar. Las reuniones entre nosotros son importantes pero más importante es volver y encontrarlo todo en orden. Además saber el clima que vamos a tener durante nuestra ausencia, y controlar la actividad solar es importante.

Isabel escuchó sin decir nada, poco a poco y con mucha parsimonia se fue desnudando delante de Javier, él no pudo evitar desviar la mirada hacia ella. Isabel era una mujer delgada ya que en aquél ambiente las curvas pronunciadas no son precisamente necesarias, a pesar de todo poseía una belleza natural que llamaba la atención. Javier alternaba su mirada a ella y a la pantalla.

-Cuidado con lo que haces –dijo Isabel totalmente desnuda-, y a dónde mira señor astronauta.

Isabel se tocaba y se insinuaba a Javier en una especie de baile erótico que realizaba desnuda, Javier tenía una risita nerviosa.

-Vamos cariño, sigue enfundándote el traje que me distraes -habló Javier..

-Sí, ya lo sé, ja, ja, ja -rió Isabel empezando a ponerse el atuendo necesario para salir al exterior.

Lo que primero se enfundó fue la ropa interior adecuada para después colocarse el traje espacial ya que aunque estuvieran en la superficie de un planeta éste no poseía un escudo magnético como el de la Tierra que defendiese la superficie del planeta de los tan temibles vientos solares, Si lo tuviese, y además la temperatura fuera la adecuada, con un simple respirador seria suficiente. Se colocó las botas, los guantes y el casco lo dejó para el final.

Javier acabó de introducir los comandos al ordenador dejando la orden de funcionamiento automático en espera hasta el momento en que los dos saliesen al exterior a la superficie del planeta, dicha orden quedaría anulada en el momento en que los dos volviesen al módulo. Se levantó del asiento, se estiró un poco mirando a Isabel, ella le devolvió la mirada. Tanto Javier como Isabel tenían estaturas parecidas, Javier también era un hombre delgado al que se le marcaban los huesos de las costillas. La dieta que llevaban ambos era la correcta para el ambiente y el lugar en el que se encontraban, pero no podían permitirse ninguna clase de exceso alimentario. Aún así Javier era un hombre perfectamente sano, y lo que contaba en aquel entorno era el cerebro y los conocimientos, no el músculo.

Javier inició el protocolo para ponerse el traje. Cogió uno de los trajes del armario correspondiente colgándole de la pared como hizo Isabel, ella le observaba mientras esperaba de pies con el traje ya enfundado pero sin guantes ni casco. Javier se desnudó de toda la ropa como hizo Isabel poniéndola ordenada, en un descuido Isabel le dio una palmeada en la nalga.

-Cariño, no te pongas juguetona ahora, tenemos que prepararnos bien -dijo Javier muy serio.

Isabel miraba con una sonrisa picarona. Javier siguió el mismo protocolo que su compañera dejando los guantes y el casco para el final. Aunque los dos eran pareja y se pudiese decir que eran un matrimonio no estaban oficialmente casados, y a ellos no les hacía ninguna falta. Cuando Javier acabó se puso delante de Isabel con un semblante muy serio empezando a comprobar el traje de ella. Javier tenía años de experiencia como astronauta así que sabía muy bien lo que se hacía.

-Cada día se te ajusta más el traje al cuerpo cariño –comentó Javier con cierta sorna-. Creo que comes demasiado.

Isabel meneó las caderas con una sonrisa traviesa como sintiéndose orgullosa de ello. Finalmente Javier ayudó Isabel a ponerse los guantes, ajustó y cerró todos los cierres del traje, cogió el casco de ella con una mano y con la otra agarró la cabeza de Isabel con mucho cariño trayéndola hacia sí. Ella se dejó, y se dieron un prolongado beso en los labios. Se quedaron mirándose a los ojos besuqueándose como dos tortolitos enamorados. Finalmente Javier colocó el casco a Isabel, lo ajustó cerrándolo activándose automáticamente el traje. Javier se separó un poco de Isabel observando todos los sensores del traje y toda la información, miró a Isabel.

-¿Todo correcto? ¿Respiras bien? -preguntó Javier.

Isabel levantó el pulgar de su mano derecha ya que no podía comunicarse hasta que Javier se pusiese su traje espacial. Isabel anduvo un poco por la estancia, se agachó, se puso en cuclillas, movió los brazos y con una sonrisa dio el visto bueno. Acto seguido Javier se puso los guantes ajustándose los cierres colocándose el casco. El traje espacial se activó automáticamente como el de Isabel. Isabel fue la que miró todos los sensores y esta vez fue ella la que preguntó.

-Javier, ¿me oyes? ¿Todo bien? Todos los sensores en verde -sonó la voz de Isabel en el casco de Javier.

-Afirmativo cariño, te oigo 4x4 -respondió Javier.

Javier se miró los dos antebrazos donde le llegaba la información del computador comprobando si todo estaba correcto. Tecleó las ordenes necesarias sobre uno de sus antebrazos.

El módulo donde Isabel y Javier vivían era bastante espacioso para el lugar dónde estaban, consistía en varios habitáculos conectados entre sí como si fuera una vivienda normal. Los habitáculos se fueron fabricando individualmente en la Tierra siendo mandados uno a uno al planeta para luego ser instalados in situ. Concretamente, el módulo en el que los dos vivían consistía en un habitáculo que hacía las veces de dormitorio de matrimonio, otro habitáculo que era una sala de estar para las visitas que se podía convertir en dormitorio; el comedor, pequeños aseos, cocina; y lo que ocupaba mucho más espacio prácticamente, el cuádruple de lo anteriormente mencionado, y lo que era lo más importante de toda la infraestructura, el invernadero. Sin este lugar la vida humana seria más complicada en el planeta sobre todo debido a la escasez de suministros. Las plantas dan el oxígeno necesario para que se desarrolle la vida humana; purifican el agua y el aire; dan alimento y usan los residuos humanos como abono. Todo los habitáculos poseen una puerta que se puede cerrar automáticamente en caso de emergencia aislándose del resto del módulo. La puerta de acceso al exterior del planeta era de color rojo, completamente distinto a toda la infraestructura para evitar confusiones y despistes, sobre todo al principio. La puerta una vez abierta daba acceso a un pequeño pasillo que hace las veces de esclusa para salir al exterior o para volver del exterior, para acceder a dicha esclusa se debe de llevar el traje perfectamente enfundado. Si ésto no se realizaba así saltaban las alarmas bloqueando el acceso al exterior.

-Todo correcto en orden y en perfecto funcionamiento –habló Javier mirando a Isabel-. Cariño vayámonos ya.

-¡Afirmativo! -respondió Isabel.

Chocaron los cascos levemente como quién se da un beso dirigiéndose a la puerta de salida que da acceso a la esclusa. Javier pulsó un botón de la puerta encendiéndose unas luces giratorias de color amarillo como advertencia de lo que iba a suceder. Segundos después se abrió la puerta lateralmente deslizándose a un lado, la primera en acceder a la esclusa fue Isabel después entró Javier. Una vez dentro Javier pulsó un botón del cuadro de mandos de la esclusa y la puerta se cerró. Automáticamente empezó el vaciado de aire que era dirigido a las bombonas pertinentes para su almacenaje, en ese ambiente no se podía desperdiciar ni la más mínima gota de oxígeno. El interior de la esclusa cambió de color una vez que la presión de la esclusa se igualó con la presión del exterior, segundos después la puerta que daba al exterior se abrió. La primera en salir fue Isabel que aunque había realizado ya estas operaciones anteriormente siempre se ponía nerviosa.

-Tranquilízate cariño –sonó dentro del casco de Isabel-. Ya sabes lo que hay que hacer, lo has hecho más veces. Paso a paso, nada de carreras, caerse es peligroso, respira tranquila para ahorrar el máximo de oxígeno.

-Sí claro –respondió Isabel-. Para ti resulta muy sencillo hacer ésto, lo llevas haciendo toda la vida.

Isabel miró al suelo poniendo la bota izquierda encima de la superficie del planeta, un suelo rojizo y oxidado. Después puso la otra bota y empezó a andar pasito a pasito. Javier con más confianza salió como quién sale de su casa en la Tierra a darse el típico paseo por el parque. La puerta en silencio se cerró automáticamente detrás de ellos. Javier instintivamente echó la mirada atrás para ver como estaba todo, observó las instrucciones que le llegaban a los lectores de sus antebrazos. Chequeó unas ordenes y se unió a Isabel en su caminar por el planeta.

Isabel se quedó unos instantes mirando el paisaje, el cielo de color azul estaba totalmente despejado, el suelo era un páramo absolutamente yermo sin ninguna clase de vegetación ni agua. Todo la planicie era un autentico desierto de polvo, arenas y roca. El paisaje estaba veteado de distintos colores dependiendo del material que componía el suelo aunque predominase el rojo.

-Javier, siempre me impresiona ver ésto –comentó Isabel -. Nunca llegué a pensar poder estar aquí de pie viendo este paisaje y viviendo en este planeta aunque fuese de forma temporal.

Javier miraba también el paisaje pero sin tanta pasión, su profesionalidad estaba por encima de todo.

-Sí cariño, tienes toda la razón –respondió Javier sin hacer mucho caso de lo que le decía-. Ahora vamos al Auto-Rover y pongámonos en marcha -ordenó Javier secamente encaminando sus pasos hacía el vehículo.

-Cariño, recuerda siempre que estamos en un ambiente hostil para la vida tal y como la conocemos y no podemos entretenernos mucho -habló Javier mientras se movían.

Los dos sin tocarse para nada continuaron su paseo. Una vez que llegaron al vehículo, por seguridad siempre lo dejaban a unos cien metros del módulo, se colocaron enfrente de la puerta de la entrada del vehículo colocada en uno de los laterales. La puerta tenía el mismo aspecto que la puerta de acceso al módulo. Javier subió los pocos escalones que había de acceso a la puerta y pulsó el botón de apertura. La puerta se abrió y entró, seguidamente entró Isabel.

Javier se dirigió a la cabina de mandos seguida de Isabel, el Auto Rover era un vehículo planetario eléctrico y solar con baterías recargables para el desplazamiento de seres humanos hasta 20 personas con todo el equipamiento de astronauta incluyendo al piloto y copiloto. El peso máximo útil era de hasta 20 toneladas de peso terrestre. Javier se sentó en el asiento del conductor si se le podía llamar así colocándose los arneses de seguridad, Isabel hizo lo mismo en el asiento del copiloto. Javier encendió los controles empezando con el chequeo del Auto Rover.

-Todo en verde –habló Javier.

-Aquí Auto Rover 3 contactando con Módulo Central, ¿me recibe? -preguntó Javier.

-Aquí Módulo Central, le recibo AR3 –escuchó Javier-, adelante.

-AR3 solicitando autorización para la salida. Operación de recogida de pasajeros para su posterior traslado a Módulo Central. Actuaremos conforme el protocolo y el recorrido previamente asignado. La doctora Isabel Polienova se encuentra conmigo, dispositivos del vehículo en verde, todo bajo control. Visión de superficie hasta 50 kilómetros -comunicó Javier.

Tardaron unos segundos en contestar.

-Aquí control, autorización aprobada -respondieron-. Puede proceder AR3. Les informamos que no esperamos tormentas de arena, pero en el caso que las habría actúe respetando el protocolo pertinente. Damos aviso a sus pasajeros para que cada uno esté preparado en su punto de reunión a la hora pertinente según su ruta. Podremos café a calentar con unos pasteles, les esperamos en una hora.

-Recibido Módulo Central, me pongo en marcha. AR3 corto y cierro -acabó de hablar Javier mientras Isabel tenía la vista perdida en el paisaje.

Javier accionó los dispositivos pertinentes, y el Auto-Rover empezó a moverse. A pesar de que las tremendas ruedas metálicas del vehículo planetario se movían, subiendo y bajando por el accidentado camino, la plataforma se mantenía estable y sin notar las vibraciones del terreno. Cuando transitaban por una pendiente el chasis se adaptaba al terreno, pero el conjunto del habitáculo de los pasajeros se mantenía paralelo a una línea imaginaria de tal forma que los pasajeros no notaban la pendiente. Diez minutos terrestres después se empezó a ver otro módulo, era más pequeño que el de ellos.

-Aquí AR3 contactando con Módulo 8, ¿me recibe? -comunicó Javier siguiendo el protocolo.

-Veo solo a una persona esperando al lado del módulo Javier -comentó Isabel.

-Sí, cariño –respondió Javier-. Es el doctor en biología y exobiología Martín Blanto. Se encarga de todo lo relacionado con semillas y plantas, es toda una celebridad en su campo.

-Módulo 8, llegaré en menos de dos minutos, esté preparado -avisó Javier.

-Aquí Martín, les esperaba desde hace cinco minutos, gracias por llegar -escuchó Javier en su casco en respuesta.

Javier detuvo el AR a cierta distancia del pasajero y del módulo, Martín elevó el brazo como llamando al AR.

-Por seguridad no puedo acercarme más –comentó Javier-. Tendrá que venir andando hasta aquí.

-¡Maldita sea! -chilló Martín en tono irritado-. No me gustan estos andares planetarios, la próxima vez me colocaré a más distancia del módulo.

Javier pudo observar desde el vehículo como Martín se acercaba con cierta dificultad dando unos botes torpes en la superficie del planeta.

-Debes de hacer menos fuerza al andar así dejarás de dar botes –recomendó Javier a Martín-. La gravedad es menor que la de la Tierra, además debes de ir más despacio que aunque tu peso sea menor la masa es la misma. Cuidado que vas a chocar con la puerta del vehículo.

-Peso, masa, gravedad –respondió ofuscado Martí-. ¡Soy biólogo! ¡No físico!

Por suerte Martín frenó un poco el impulso y el ímpetu pudiendo acceder al vehículo. Al entrar en la cabina se sentó en las plazas situadas detrás de los dos.

-Hola Javier, doctora Polinova siempre es un placer poder verla aunque sea enfundada en su traje de astronauta –comentó Martín nada más sentarse-. Además ¿por qué no nos podemos quitar el traje y el casco aquí?

-Por varias razones, entre ellas la más importante es el ahorro de oxígeno –respondió Javier -. La siguiente es la seguridad y la última la comodidad y la practicidad, dentro de unos cuarenta minutos podrá quitárselo en el Módulo Central Doctor Blanto.

-Isabel giró levemente la cabeza, todo lo que le permitía el traje, y respondió al saludo de Martín con una gran sonrisa mientras Javier ponía el vehículo en marcha.

-Buenos días Doctor Blanto, el placer es mio -habló Isabel-. ¿Qué tal van esas investigaciones con plantas que usan menos agua?.

-No haga caso de lo que dicen por ahí señorita, eso es un bulo –respondió Martín-. El principal problema que tienen las plantas aquí es la escasa luz solar que llega. Estamos más alejados que la Tierra, y nos llega menos cantidad de luz. El siguiente es la escasez de abono, ésto es un páramo yermo sin ninguna clase de nitrato en el suelo, y hay que estar solicitando de la Tierra ese material. El otro aunque no se lo crea es el crecimiento, a menor gravedad más altura y más espacio ocupan en el módulo teniendo que construir unos módulo más altos -acabó hablando con cierta fatiga.

-Relájese al hablar y estará menos fatigado –comentó Javier-. Concéntrese en su respiración.

-Gracias Javier –respondió Martín-, pero ya no tengo edad para estas cosas. Son ya setenta años los que tengo, y son demasiados años para enfundarme trajes espaciales. Prefiero la pajarita o la corbata.

-Setenta años terrestres, claro -aclaró Isabel sin mirara a nadie mientras observaba el paisaje.

-Claro, claro, doctora -respondió Martín dando la razón a Isabel.

El AR continuó con su ruta con algún contratiempo que otro.

-Módulo Central aquí AR3, responda -habló Javier a la Central.

-Módulo Central a la escucha –escuchó en el casco-. ¿Qué ocurre?

Los demás pasajeros del vehículo no podían escuchar las conversaciones entre el piloto y la base.

-Me estoy encontrando con alteraciones en la ruta debido al movimiento de las dunas, y a algunos desprendimientos –respondió Javier-. Tardaré algo más en llegar.

-Entendido AR3, lo tenderemos en cuenta –comunicó Módulo Central-. Siga con la ruta establecida, avisaremos a los colonos que queden que llegará con un poco de retraso.

Lentamente pero con decisión el AR avanzaba por la planicie planetaria recogiendo a los colonos para llevarlos a la reunión, una reunión a la que todos los colonos del planeta estaban obligados a asistir. Una vez recogidos a los últimos colonos, contando al piloto y al copiloto estaban dieciocho colonos en el AR. Javier dirigió el AR hacía el Módulo Central.

El Módulo Central fue la primera estructura permanente planetaria construida por la raza humana fuera del planeta Tierra. Al principio no era más que unas serie de habitáculos conectados como cualquier otro módulo, pero poco a poco fue aumentando de tamaño. Por supuesto que no fue tarea fácil realizarla, ocurrieron muchos accidentes más por falta de planificación y conocimientos que por otras causas. Cuando empezaron a llegar más colonos se observó que era más sostenible realizar módulos individuales y totalmente autónomos para los colonos separados totalmente de la estructura central, dejando la estructura central como centro de control y administración de la colonia. Hace poco tiempo, cuando la colonia alcanzó los cincuenta colonos se decidió darle el nombre de Módulo Central. Ahora la colonia tenia setenta y cinco colonos y se esperaba la llegada de más residentes de la Tierra.

La estructura del Módulo Central se podía divisar desde muy lejos así que no había manera de perderse en el lugar. Javier llevó el AR a su lugar de parada, a una distancia prudencial de las instalaciones, allí había unos cuantos AR más similares al suyo.

-Módulo Central aquí AR3 –habló Javier-. Hemos llegado.

-AR3 ha tardado el doble de los esperado –respondió Módulo Central-. ¿Todos los pasajeros bien?

-Todos bien y tranquilos –respondió Javier-, ya han comenzado a bajar uno a uno. Las últimas tormentas han modificado mucho la planicie y han movido las dunas de lugar. La orografía del planeta es muy caprichosa y cambiante. Realizo los ajustes pertinentes al AR para nuestra posterior partida, salgo enseguida.

-Entendido AR3, corto y fuera -respondió Módulo Central.

-Cariño, ¿no bajas tú? -preguntó Javier a Isabel que permanecía sentada en su sitio-. Voy a tardar un buen rato mientras dejo al AR cargando y en estado de espera.

-No te preocupes me quedo aquí hasta que salgas –respondió Isabel-. Sabes que no me importa esperar.

-Está bien, como quieras -respondió Javier con una sonrisa.

Quince minutos después los dos salieron del AR encaminando sus pasos hacía el Módulo Central, el AR se cerró automáticamente. Entraron en la esclusa y pasaron al interior del Módulo Central.

Una vez dentro entraron en una estancia donde les esperaban los demás colonos. Todos tenían un aspecto desenfadado y tranquilo, se encontraban charlando entre ellos. Algunos no se habían quitado los trajes y tenían todavía el casco sujetado por las manos. Javier e Isabel se quitaron los cascos, respiraron profundamente el aire de la instalación e inmediatamente se dirigieron hacía una estancia para retirase los trajes y ponerse ropa más cómoda. Una vez realizado el ritual de la vestimenta, y habiendo guardado los trajes en su sitio para su mantenimiento, salieron del habitáculo y volvieron a la estancia por donde habían entrado. Los dos se repartieron por entre los demás colonos saludando primero a todos los que conocían y presentándose después a los nuevos colonos. Una mujer con un vestido de color verde se iba dirigiendo uno por uno a cada uno de los colonos, saludó con educación a Isabel.

-Doctora Polinova -habló extendiendo la mano a modo de saludo dándose un fuerte apretón de manos.

-Doctora Natalia Gómez -respondió Isabel-. Encantada de volver a verla. ¿Cómo van sus investigaciones sobre el núcleo del planeta?.

-Bien, bien, Isabel –respondió la doctora Gómez con una sonrisa de circunstancias-. Tan solo comentarte que la reunión se retrasa para mañana a primera hora de la mañana después del desayuno porque todavía tienen que llegar más colonos. Hay cierto retraso por alguna avería de los ARs. Ya tenéis los habitáculos preparados, podéis ir cuando queráis.

-Si quieres puedes hablar con Javier –recomendó Isabel-. Es astronauta y maneja muy bien esos vehículos, su experiencia puede ser de gran ayuda.

-Gracias Isabel –respondió Natalia con una gran sonrisa–, pero no es nada grave. Sabemos de la valía del señor Molinero y siempre lo tenemos presente.

Se volvieron a apretar las manos y se separaron. Los colonos seguían charlando animadamente entre ellos mientras llegaban los últimos entrando por la esclusa. Poco a poco todos se fueron dirigiendo al habitáculo del comedor, Javier e Isabel se juntaron y cogidos de la mano fueron a cenar. Al acabar la colación se dirigieron a su habitáculo despidiéndose de todos hasta el día siguiente, otros colonos se quedaron por la instalación departiendo entre ellos o discutiendo sobre las últimas investigaciones de sus respectivos campos. Poco a poco y a medida que se iban retirando la instalación quedó en absoluto silencio, la noche cayó sobre el complejo.

Una música suave empezó a sonar en el habitáculo, Isabel estaba abrazada a Javier en la cama mientras éste ya despierto la acariciaba uno de los pechos. Isabel abrió los ojos y empezó a desperezarse como una gatita que ronronea.

-Buenos días amor –dijo Isabel a Javier con un susurro de voz-. ¿Has dormido bien?

Isabel besó a Javier en los labios, y él en un acto relejo se puso encima de ella mientras ella permanecía a horcajadas.

-He dormido de maravilla cariño –comentó Javier encima de Isabel mientras la besuqueaba-. Tenemos que levantarnos ya tendremos tiempo para más.

Ella cerró las piernas y empezaron a rodar de izquierda a derecha y viceversa en la cama, la pasión se desbordó y gozaron el uno del otro de la risa del amor. Tiempo después salieron del habitáculo dirigiéndose a la sala del desayuno.

-¡Café y pastelitos! –exclamo Isabel- ¡Cuánto despilfarro!

-Habéis llegado justo a tiempo –habló Natalia que seguía con su vestido verde–. Sois de los últimos, un poco más y os quedáis sin desayuno. Probar el café y los pasteles, y comentarnos que tal os parecen.

Javier se sirvió una buena taza de café humeante acompañado de cinco pasteles, Isabel se sirvió una taza más pequeña y solo un par de ellos. No era una mujer muy golosa.

-¡Están deliciosos! -exclamó Javier-. Y además el café está riquísimo.

Isabel asentía con la cabeza mientras masticaba delicadamente.

-¿De dónde habéis sacado todo ésto? -preguntó Javier- El último suministro de la Tierra fue hace ya nueve meses.

-El café proviene de nuestros invernaderos -respondió Martín uniéndose a la conversación-, y los pastelitos están hechos con las plantas de este planeta. Buenos días a los dos mis queridos compañeros.

-¡Buenos días! -respondieron Isabel y Javier casi al mismo tiempo.

-Así que éste era su secreto –habló socarronamente Isabel–, café y pasteles. No están nada mal, por lo menos te saca de la monotonía diaria. Espero que no halla ninguna incompatibilidad con nuestro metabolismo, no tengo ganas de ir corriendo al baño de emergencia.

-No, no, no se preocupe doctora Polinova –respondió Martín con una gran sonrisa-. Son alimentos completamente compatibles con su, nuestro metabolismo. Además les garantizo que dentro de como mucho dos años terrestres podrá comer carne elaborada con plantas de este planeta sin que se note la diferencia con la carne auténtica -afirmo henchido de orgullo el doctor Blanto.

Sonó una música ligera escuchándose una voz pregrabada.

-Señores colonos pueden ir dirigiéndose al habitáculo de conferencias. La reunión dará comienzo en veinte minutos terrestres, gracias.

Todos los presentes fueron apurando su desayuno, fueron dejando los enseres en unas bandejas colocadas al uso dirigiéndose poco a poco al habitáculo de conferencias. El habitáculo de reuniones era una sala totalmente circular conformada por mesas sin ninguna clase de distinción colocadas en circulo alrededor del centro del habitáculo. Cada colono se colocaba en un sitio previamente asignado dependiendo de su categoría y profesión, no había ninguna clase de distinción entre nadie. Una vez situados todos en su sitio se cerraron las puertas oscureciéndose los cristales dando inicio la reunión anual de colonos.

-Señores y señoras, colonos de este planeta, bienvenidos todos –empezó hablando la Doctora Natalia Gómez desde su sitio poniéndose previamente de pie-. Damos inicio a esta reunión de vecinos … digo de colonos … –alguna risa se oyó en la estancia-. Empecemos con el orden del día … -siguió hablando Natalia.

-Quiero recordar que el mantenimiento de las placas solares y la limpieza de los cristales de los módulos corresponde a los colonos de cada módulo. Se han notado distintas deficiencias en el mantenimiento de éstos. Recuerdo que cada colono es responsable del mantenimiento y seguridad de su módulo -hablaron colonos de mantenimiento.

-Todos los trajes deben de pasar las inspecciones reglamentarias. Ningún colono se debe de saltar esta norma …

-Las comunicaciones de los módulos y de cada uno de nosotros se deben de mantener durante todo el día. Se han observado desconexiones temporales en distintos módulos y con distintos colonos. Se les ha advertido de esta deficiencia, la seguridad es nuestra principal prioridad …

-Mantener los viveros es fundamental en el ahorro de materiales. Cualquier problema en su funcionamiento o mantenimiento debe de ser comunicado al Módulo Central.

-Nos seguiremos rigiendo por el horario de la Tierra aunque tengamos a la vista el horario del planeta.

-Todos los colonos deberán pasar los controles médicos anuales obligatorios antes de volver a sus respectivos módulos después de las reuniones. Léanse el nuevo manual en caso de epidemia planetaria -comentó el médico del Módulo.

-Es importante realizar simulacros de evacuación, así que hemos decidido que se realizarán un simulacro cada mes y no cada tres meses como se hacía anteriormente. Es totalmente obligatorio la presencia y colaboración en dichos simulacros. Los simulacros serán sobre incendio, tormenta solar y abandono precipitado de la base. ¡No pongan esas caras es por su seguridad! -exclamó Natalia.

-Estas reuniones se hacen para mantener la unión entre nosotros ya que las visitas son escasas debido a este ambiente planetario. La interacción entre seres humanos es fundamental, al fin y al cabo somos animales mamíferos y necesitamos de compañía.

-La directiva de la colonia es rotatoria, cada dos años se renuevan los cargos y de manera obligatoria. Lo recuerdo por si hay alguna confusión

-Queda aprobada el acta de la reunión anterior.

Pasó una hora terrestre en la reunión.

-Pararemos treinta minutos para descansar -habló Natalia-. Sí tiene razón Doctor Sabier, treinta minutos terrestres, gracias por su observación. Después proseguiremos con los ruegos y preguntas.

Pasados treinta minutos volvieron a sus asientos siguiendo con la reunión.

-No, no, señor Estaban Torre no puede haber intercambio de personas entre los colonos de la colonia y menos eligiendo usted el intercambio. Cada uno tiene asignado el suyo, si discute mucho con su compañero de módulo escriba una instancia y mándela a la Tierra.

-Señora Yozume Fujimoto la aseguro que no se ha encontrado ninguna clase de estructura alienígena en este planeta puede estar tranquila. No hay ninguna clase de bacteria planetaria y el gobierno de la Tierra no esta clonando ninguna clase de animal autóctono con fines extraños. No replique por favor, su caso será atendido por Isabel Polinova Doctora en Psicología, Psiquiatría y Medicina.

-Los Auto Rovers deben de ser mejor mantenidos. El Técnico en Tecnología espacial y Astronauta Javier Molinero se ha ofrecido gustoso a impartir clases de mantenimiento a aquel que lo requiera, por cierto, los cursillos son obligatorios.

-Doctor Martín Blanto su solicitud de pedir más abono ha sido cursada hace ya seis meses, le ruego tenga paciencia en esperar la respuesta. Hasta dentro de nueve meses no llegan los siguientes suministros. Gracias por su comprensión, es usted muy amable.

-Un poco de silencio, por favor -habló Natalia que hacía las veces de Presidenta-. No discutan entre ustedes, respeten el turno de palabra y tengan más educación que son eruditos.

-Doctor en Astronomía y Astrofísica Manu García, es un gran honor tenerlo en esta colonia pero si quiere usted mirar las estrellas deberá hacerlo desde su módulo, no podrá salir al exterior. Por cierto, controle los satélites más adecuadamente ya que son nuestro principal y único instrumento de comunicación con la Tierra y entre nosotros. Sí, ya sé que no es cómodo estar solo pero pronto le asignaremos compañía.

-Sí, doctora en biología María, todos lo sabemos. Todos queremos más aire, más agua, más comida pero debe de entender las limitaciones de la colonia, no vivimos en la Tierra. Además, usted proviene de un desierto luego debería estar más acostumbrada que los demás. Por cierto, estudie si quiere la compañía del doctor Manu García, puede que se lleven bien.

-¡Pues desarrolle algún motor que permita que los suministros lleguen con más rapidez Doctora Kilie Danka! Además no se pueden traer animales terrestres al planeta por el momento. El riesgo de contagio bacteriano-vírico por parte de estos animales es muy alto.

Pasaron un par de horas … terrestres, claro. Finalmente Natalia se puso de pie.

-La directiva actual seguirá un año más y será relevada en la reunión siguiente. Una copia de esta reunión será enviada a los módulos cuando lleguen de vuelta a ellos. Damos por concluida la reunión de hoy, continúen con sus deberes en el Módulo Central. Recuerden que no partirán hacia sus módulos hasta que todos, y digo todos, hallan completado los exámenes médicos y psicológicos. Gracias a todos, y mucha mierda.

Reunión realizada en el planeta Marte el año 230 después de la Primera Colonia. Año 3.472 de la Tierra, asistentes 75 colonos.

Publicado en Bilbao el 27 de febrero del 2019.

Revisado en Bilbao el 3 de febrero del 2021.

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