El crimen perfecto. Capítulo 3 - Sobre robótica.

Robótica.

El crimen perfecto.

Capítulo 3 – Sobre robótica.


Emilio y Ricardo se quedaron mirando la pantalla observado al funcionario de policía. Era una persona muy joven y delgada, pelo largo amarillo más que rubio hacía un lado de la cara, ojos azules, nariz pequeña y chata, labios finos. Tenía la cara redondita dándole un aspecto de puerilidad a su mirada o por lo menos esa era la apariencia, vestía con el uniforme de policía reglamentario.

-Antes de comenzar con las preguntas debo recordarla, agente, que esta conversación está siendo grabada para el sumario de la investigación en curso -empezó hablando Ricardo.

El agente no dijo nada, ni hizo ninguna clase de gesto.

-Agente díganos su nombre y especialidad, por favor -preguntó Ricardo.
-Helena Bechat, especialista en programación informática y robótica, señor -respondió con firmeza la agente con una voz todavía inmadura.
-Agente, supongo que la habrán informado sus superiores de nuestra situación y de la investigación en curso –siguió hablando Ricardo mientras la agente asentía con la cabeza-. Le presento a Emilio Muñoz detective privado y antiguo detective de la policía. La vamos a hacer formular ciertas preguntas sobre robótica en general y sobre androides en particular ya que tenemos ciertas dudas sobre el funcionamiento de estas máquinas.

La agente no respondió esperando con parsimonia las pertinentes preguntas.

-Agente Bechat, ¿en qué situación se encuentra la fabricación de robots? -preguntó Emilio.
-Señor Muñoz, para empezar debemos de utilizar el termino androide -respondió la agente Bechat-. Un robot puede ser un horno, una nevera, un microondas, una lavadora, al fin y al cabo los robots no son más que máquinas que ejecutan una serie de instrucciones determinadas y fijas, y que sustituyen a la mano de obra humana. La diferencia con los androides es que a estos les damos apariencia humana, aunque ésto no es necesario, mediante un esqueleto de metal sujeto con una serie de cables que hacen las funciones de los músculos y recubiertos de piel para dar un mejor aspecto. Además los androides realizan operaciones más complejas que los robots y …
-De acuerdo, de acuerdo -habló Emilio interrumpiendo a la agente – ¿Qué ha querido decir con lo de apariencia humana?
-Los androides no son personas son máquinas –explicó la agente haciendo una leve pausa-. Máquinas a las que les podemos dar el aspecto o la forma que queramos dependiendo de su trabajo, solo los androides que interactúan con seres humanos tienen apariencia humana ya que a los seres humanos nos resulta más cómodo interactuar con androides de aspecto humano.
-Comprendo, ¿Cómo se fabrica, modela o cómo quiera decirse un androide?
-Señor Muñoz, los androides se fabrican en varias piezas separadas en distintas fábricas del planeta para luego ser ensambladas en las empresas matrices. Tenga en cuenta que no es lo mismo fabricar el cerebro de un androide que fabricar una pierna, no es lo mismo un androide de servicio que un androide que trabaja en minería, son especialidades distintas.
-Bien, ¿y la competencia entre las multinacionales del sector? ¿Nos puede explicar algo al respecto?
-Señor Muñoz, la competencia entre las multinacionales que fabrican androides hoy en día es feroz. Supongo que se habrá dado cuenta que cada día hay más androides realizando tareas humanas sustituyendo mano de obra humana lo que conlleva muchos problemas sociales. A parte que la cantidad de dinero que se juegan estas empresas es inmensa tanto en el sector privado como en el público -respondió la agente.
-Acláreme algo más sobre esa exposición que acaba usted de hacer agente Bechat.

La agente atusándose el pelo con la mano miró a un lado intentando buscar las palabras adecuadas, pasó un minuto.

-Mire señor Muñoz, desde hace más de una década la investigación en I.A. “Inteligencia Artificial” ha dado grandes pasos lo que conlleva a una mejora de los androides -habló Bechat pausadamente y vocalizando con cuidado para que se la pudiese entender-. Los androides cada vez ejecutan más acciones y mucho mejor, tienen mejor capacidad de aprendizaje si es que se puede afirmar que un androide aprende, claro. Además la mano de obra robótica, término que he comentado que no es correcto, está sustituyendo en casi todas las facetas a la mano de obra humana.

La agente hizo una pequeña pausado mirando a Ricardo y a Emilio alternativamente esperando alguna pregunta, prosiguió después.

-Todo esto no es del agrado de la mayoría de los seres humanos del planeta ya que ven cómo su puesto de trabajo es sustituido o amenazado por mano de obra mecánica. Desde prácticamente el mismo momento de empezar a aparecer ciertos modelos de androides empezaron a formarse agrupaciones humanas en contra de los “mecanos”. Hombres y mujeres que luchaban por la dignidad de la persona y por el mantenimiento del empleo. Algunas agrupaciones pasaron a la acción violenta empezando a realizar actos de sabotaje a multinacionales que elaboran “mecanos”. El término “mecano” es un término despectivo que utilizan estas asociaciones respecto a los androides, e incluso respecto a empresas que equipan a las multinacionales para su proceso de elaboración. Son una clase de agrupaciones que cada día van a más en sus actividades, y cada vez mejor organizadas. Por culpa de todo ésto las fábricas de manufactura de androides son lugares blindados dónde casi nadie puede entrar. Todo lo que ocurre en estas empresas se lleva con un secretismo total, pocas personas tienen acceso a lo que ocurre dentro -concluyó la agente.
-¿Qué clase de fechorías pueden cometer las multinacionales de androides contra quién sea o lo qué sea? -peguntó Emilio.
-Espionaje industrial, robo de patentes, soborno a empleados de la competencia, ofertas hostiles de acciones en el mercado de valores sobre otras multinacionales, fichajes por sorpresa de ciertos ingenieros de empresas también de la competencia, sabotajes. La rivalidad es feroz, mucho dinero está en juego.
-¿Todo eso puede llegar a incluir el asesinato?

La agente se quedó un momento pensativa.

-Podría ser. Hay acciones de sabotaje o accidentes en las fábricas que llevan a la muerte a seres humanos que se podían calificar de homicidios por la forma en que se producen. Otras clase de muertes extrañas como los suicidios o accidentes de carretera o similares también suceden. Supuestos homicidios como los que ustedes están investigando ahora a tan alto nivel no suceden, desde luego nada de todo esto es fácil de demostrar ante un tribunal.
-Bien, bien -habló Emilio-. Ahora pasemos a hablar más sobre los androides.
-¿Qué quiere saber en concreto, señor Muñoz? -preguntó la agente muy animada con una leve sonrisa-. Debo decirles que el campo de la robótica hoy es muy amplio.
-¿Qué clase de androides se fabrican ahora? ¿Cuáles son los más demandados? -preguntó Emilio mientras Ricardo observaba sentado sin intervenir lo más mínimo.
-¿Hoy en día? No hay una demanda especial en ninguna clase de tarea, se fabrica prácticamente para todo tipo de trabajo -respondió Helena.
-¿Qué me puede usted comentar sobre la memoria de los androides?
-Los androides no tienen memoria propiamente dicha como los humanos señor Muñoz, es un error bastante común. El cerebro de los androides no es de ninguna de las maneras similar al cerebro humano. El cerebro humano es de una complejidad que aún no la hemos igualado, y todavía nos queda muchísimo para intentar acercanos lo más mínimo. No se deje llevar por la literatura o el cine de ficción de siglos pasados, eran demasiado imaginativos. Aunque la complejidad del cerebro de los androides ha aumentado significativamente no son cerebros propiamente dichos, siguen siendo placas compuestas por nano circuitos y nano procesadores repartidos por la cabeza y el tronco, acopladas con cables y conectadas a discos de almacenamiento dónde llevan su programación y la ejecutan.
-¿Los androides recuerdan lo qué han hecho o lo qué haya pasado ese día o los anteriores?
-No, la estructura interna de la “memoria” no está modelada para eso, todavía no.
-Vaya. Esa programación, ¿se puede modificar? -preguntó Emilio.
-Por supuesto.
-¿Dónde?
-Solo desde las fábricas dónde elaboran los androides, hay que llevarlos de vuelta a las fábricas y que los modifiquen.

-¿Se puede ordenar a un androide que mate a un ser humano?

La agente se quedo callada mirando con cara de sorpresa por la pregunta, tardó en responder.

-Bueno, pensándolo un poco -habló con cautela-, teóricamente sí. Pero la I.A. no ha avanzado tanto como para matar seres humanos, por lo menos a propósito.
-Explíquese agente Bechat -intervino Ricardo que llevaba todo el rato en silencio.
-Bueno señores, es bastante complejo de explicar. Un androide no puede matar a un ser humano porque no saben lo que es la muerte o la vida, no son conscientes de su existencia como nosotros. Se puede programar a un androide para que cuide una piedra, y lo hará hasta que la piedra desaparezca, pero no sabe lo qué es éso. Se necesitan grandes cantidades de líneas de código para explicar qué es un ser vivo o un ser no-vivo y ni siquiera nosotros tenemos una definición clara de lo qué es estar con vida. Los árboles y las plantas tienen vida y no se mueven, por ejemplo.

Emilio se quedó pensativo con esta respuesta mientras la agente Bechat hacía una pausa.

-Por éso los androides de la mansión no reaccionaron cuando pasaron los días, y vieron a los señores de la mansión inertes en sus butacas -razonó Emilio en voz alta como llegando a una aclaración que ya había intuido anteriormente.
-Probablemente señores -habló la agente-. Miren, todavía no se han diseñado androides como doctores o enfermeras, detectives o militares ya que los androides son lógicos pero no razonan. Es decir, siguen ciertas pautas de programación previamente asignada y las ejecutan, y cuando se salen de su programación se bloquean o les cuesta funcionar …
-Por eso cuándo pregunté a un androide sobre ciertos asuntos de la vida de los señores de Haro se detuvo o me respondía que fuese a otro departamento con las preguntas.

La agente se quedó un momento callada intentando comprender lo que Emilio decía.

-Sí, claro -respondió la agente intentando coger el hilo a la conversación-. Tienen que buscar en su programa algo que les haga seguir funcionando correctamente, y además no entienden ningún comportamiento humano, amor, tristeza, enfado, odio, y por supuesto no saben lo que es la muerte. Por lo que usted me comenta y lo que he podido leer en los informes que tenemos en comisaria los androides de la mansión seguían con su rutina porque en su programación no había ningún programa que les dijes que los señores de Haro estaban muertos o que les sucedía algo anormal. Todavía no se han desarrollado esa clase de androides, serán los androides de la siguiente generación. Androides capaces de percibir emociones humanas -acabó de hablar la agente con un tono ciertamente emotivo.

Emilio se quedó pensativo.

-Lo que me quiere decir agente –razonó Emilio–, es que a pesar de todos los modelos de androides que hay en esta mansión, ¿ninguno fue consciente de haber matado a los señores o de que hubiesen muerto, ni siquiera por causas naturales?.
-No, ninguno. Además les vuelvo a insistir que todo el trabajo de un androide depende de la programación que tenga, no puede salirse de ella. Éso es totalmente imposible.
-¿Puede un androide equivocarse en su tarea asignada? -preguntó Emilio.
-Los androides no se equivocan nunca –respondió la agente–, simplemente ejecutan un programa. Si se equivocan es que el programa o el diseño estaba mal realizado.
-Pero un androide que trabaja de cocinero puede equivocarse a la hora de sazonar un plato aderezándolo con otra sustancia de apariencia similar que sea perjudicial para el ser humano sin que la máquina lo sepa o lo sospeche -razonó Emilio.
-Los androides ni saben ni sospechan, y cómo le he comentado antes todo depende del modelo de androide, si las sustancias son similares y nadie le comenta nada seguro que la utilizará. No fabricamos modelos de androides dotados con el sentido del gusto o del olfato. Tampoco tienen sensores del calor, todo eso se realiza mediante aparatos externos al androide -acabó de decir la agente, Ricardo se rascaba la cabeza pensativo.
-El androide de la cocina de la mansión tenia el rostro poco definido sin boca, ni orejas y además no era capaz de articular palabra alguna. Solo tenia una especie de ojos en la cara y unos brazos especializados para la elaboración de los platos -habló Emilio recordando su paso por la cocina de la mansión.

La agente Bechat seguía pensando el razonamiento anterior, tardó un poco en responder.

-Ese modelo que usted me describe es específico para cocina, con que tenga esas herramientas es más que suficiente.
-¿Y por qué no se equipa a todos los modelos de androide con ojos, boca y demás sentidos humanos en su trabajo?
-Cuanto más específico y complejo sea el trabajo del androide más recursos y memoria interna utilizará y menos recursos internos quedarán para otras tareas . Todavía no hemos llegado a fabricar una especie de androide con capacidad total para todo. Se les diseña y programa para su trabajo, y no se les añade nada más de lo que vaya a realizar si no es totalmente necesario. Por eso ese androide-chef no le respondió, casi toda su programación se basa en cocinar no incorporándole el habla ni el oído. Los androides actuales como testigos no sirven porque solo funcionan para su cometido, no son como las personas que interactuamos con casi todo. A parte que como ustedes sabrán la ley no permite a un androide presentarse como testigo en un juicio ni ser acusado de ninguna clase de actuación ilícita.
-Si, sí. Lo sabemos agente -respondió Emilio con parsimonia y muy reflexivo.

Hubo una pausa larga en la conversación, la agente permanecía en la pantalla a la espera de nuevas preguntas o dudas. Mientras, Emilio pensaba sobre las últimas respuestas y Ricardo parecía absorto.

-Hemos encontrado androides que parecían desactivados, ¿por qué se les encuentra así? -preguntó Emilio mirando a la pantalla
-No están desactivados del todo, señor Muñoz –respondió la agente-. Simplemente se encuentran en una especie de desconexión activa que les permite ahorrar energía. Siguen en conexión conectados por dentro aunque den la sensación de estar apagados cómo diría una persona que no conoce nada de androides. Todo esto se realiza para que el androide no esté dando vueltas por el lugar sin ningún sentido.
-En conexión por dentro, ¿qué quiere decir con éso? -inquirió con tono de duda Emilio.
-Miren señores –respondió rápidamente la agente Bechat-. Todos los androides están conectados entre ellos mediante una red inalámbrica con un dispositivo de emisión-recepción de señales. Lo que uno hace, sabe, ve o habla lo saben todos los demás. Además que las instrucciones que se dan a un androide se pasan después a todos, es una manera de ahorrar trabajo por nuestra parte.
-Pero, ¿éso que me acaba usted de contar es de dominio público? ¿Lo saben las autoridades? -oreguntó Emilio algo desconcertado por la información de la agente.
-Sí, claro -respondió Helena con total calma-. Es algo que siempre va en las instrucciones de uso de los androides.
-¿Se puede interferir la señal?
-Claro, como cualquier otra señal. pero bajaría el rendimiento de trabajo de los androides ya que las ordenes tardarían en llegar a todos los androides -respondió la agente.
-Entiendo -habló Emilio con cara de preocupación.
-Una última pregunta agente, se trata de una curiosidad –comentó Emilio mientras la agente le miraba fijamente-. Me he encontrado en esta mansión a una mujer, concretamente a la secretaria de los señores, que se dirige a los androides con educación y cortesía y además les llama Sebastián como si fuesen mayordomos o algo por el estilo. ¿Qué opinión le merece?

La agente se quedo pensativa unos segundos buscando la respuesta adecuada.

-Las instrucciones que se deben dar a los androides deben de ser sencillas y concisas, claras y contundentes –respondió la agente-. No deben de generar dudas en el androide para que su trabajo sea lo más eficaz posible. La comprensión que tiene un androide de lo que se le dice es muy limitada y puede afectar a su funcionamiento. Lo de llamarlos o bautizarlos con un nombre u otro es cuestión de cada uno, pero más bien es por comodidad humana ya que para el ser humano resulta más cómodo referirnos a los androides con nombres propios. Por ponerle un ejemplo muy claro se está fabricando cierto modelo de androide que se está haciendo muy popular entre las personas. Se trata de un androide de piezas intercambiables que recibe todo tipo de nombre … son los androides sexuales … si es que lo quiere usted saber.

Emilio se quedó sorprendido con la respuesta final arqueando las cejas.

-Bien, de momento no tengo más preguntas -habló Emilio.

Hubo un pausa mientras Emilio ordenaba papeles.

-Quiero recordarla agente que la investigación sigue bajo secreto, y que no debe de decir nada fuera de lo que es el ámbito policial hasta que se levante el secreto del sumario -habló Ricardo que era el que llevaba los asuntos policiales.
-Esté en permanente contacto, gracias -ordenó Ricardo.
-De nada señores. Espero haberles sido de gran ayuda en la investigación -habló la agente Helena Bechet, seguidamente la pantalla se desconectó.

Emilio se quedó serio y con el rostro grave, miraba las hojas dónde había anotado ciertas ideas con un bolígrafo mientras hablaba con la agente. Aunque quedaba todo grabado a él le gustaba tomar ciertos apuntes o anotaciones de lo que se le iba ocurriendo mientras preguntaba.

-¿Qué piensas de todo ésto? -preguntó Ricardo con cara de preocupación mirando a Emilio.
-No lo sé, Ricardo. No lo sé, me parece un embrollo muy grande. Tengo que hacer alguna pregunta más al servicio de la casa o a Beatriz para aclarar ciertos funcionamientos internos del servicio y luego ya veremos, pero te aseguro que va a ser casi imposible encontrar culpables.

Emilio tenía el rostro muy serio y grave, Ricardo se le quedó mirando con cara de extrañeza, empezaba a encontrase ciertamente abatido.

-¡No me jodas, Emilio! -gritó Ricardo- ¿Por qué cojones piensas eso?

Emilio estuvo pensativo unos momentos, parecía que no había escuchado a su compañero.

-Mira Ricardo –habló Emilio pausadamente-. Estamos en una situación dónde los únicos testigos son los androides, y éstos no tienen ni idea de lo que ha ocurrido. Además no nos sirven para nada, no se ha encontrado restos de ninguna sustancia venenosa en ningún sitio y tampoco en las ropas de los señores; no hay ninguna clase de registro de visitas a la mansión; la cantidad de personas interesadas en la muerte de los señores es enorme por lo comentado por la agente Helena Bechet. Va a ser complicado encontrar a los culpables de todo esto.
-¡Pero bueno, joder! -gritó Ricardo muy alterado- ¡Algo encontraremos en algún momento!
-No sé, Ricardo. No sé.

Durante las horas posteriores Emilio se quedó leyendo los informes de los señores de Haro que había solicitado a la secretaria Beatriz, Ricardo mientras tanto se quedó dando vueltas por la mansión. Leyendo esos informes Emilio no encontró nada anormal. Todos los protocolos utilizados para la aprobación o rechazo para la  fabricación de androides eran exactamente iguales, los informes cubrían los últimos cinco años que era lo exigido por ley.

-¡Muchacho! -gritó Emilio mientras seguía ojeando los informes.

Un androide del servicio entró por la puerta parándose al lado de Emilio.

-Sí, caballero. Dígame -respondió el androide.
-Traeme algo para beber -le dijo Emilio.
-¿Lo acostumbrado para el caballero?
-Sí, sí … lo de siempre … -respondió Emilio quedándose pensativo por la respuesta del androide.
El androide se dio media vuelta saliendo de la sala a hacer su cometido. Al de unos minutos el androide u otro similar, ya que los androides del servicio eran todos exactamente iguales, entró con la botella de agua dejándola suavemente encima de la mesa que tenía Emilio junto a él. El androide se quedó quieto junto a Emilio con la cabeza mirando hacía el vacío de la sala. Emilio aprovechó para observar al androide con detenimiento mientras abría la botella y bebía de ella.
-Muchacho, ¿quiénes traen los suministros de comida y bebida a la mansión? -preguntó después de dar un largo trago a la botella.

El androide tardó en responder.

-Para cuestiones sobre el funcionamiento del servicio o de la logística de la mansión diríjase a otras secciones -respondió automáticamente el androide.
-Sí, sí, claro muchacho. Márchate muchacho … márchate -habló Emilio cómo dando por sabido que le iba a responder de esa manera.

El androide sin decir una sola palabra y en total silencio salió de la sala.

Poco tiempo después Beatriz entró por la puerta sentándose recatadamente enfrente de Emilio.

-Hola de nuevo, Emilio -dijo Beatriz. ¿Cómo va la investigación?

Emilio se quedó sorprendido por la inesperada visita de Beatriz.

-Poco a poco Beatriz. Ya hemos acabado con la llamada, y ahora estoy estudiando toda esta información.

Beatriz que no llevaba gafas se había maquillado ligeramente mirándole con una espléndida sonrisa.

-Beatriz … -dijo Emilio dejando los papeles encima de la consola de la sala.
-¿Sí? Dime Emilio -respondió Beatriz embelesada.
-Me gustaría hacerte más preguntas sobre la organización del servicio en la mansión.
-Ningún problema Emilio … dime.
-Los suministros de comida, bebida y mantenimiento ¿quién los trae? ¿O quién se encarga de su manipulación, traslado, almacenamiento y demás?.
-Las empresas suministradoras de alimentación y mantenimiento del servicio de la mansión, por supuesto.
-¿Y quién se encarga de su control?
-Los androides.
-Ummmm, me refiero al control de los suministros o enseres que llega a la mansión. Por lo que he aprendido esta tarde de androides supongo que alguien supervisaría los recibos o las mercancías.
-¡Ah! Sí, por supuesto. Todo era supervisado por el señor, recibo a recibo. No quería que nadie sacase ventaja de su trabajo con los señores. Discutía hasta el más mínimo céntimo y no por racanería, algunos se creían que por ser quienes eran podían cobrarle cualquier precio.
-De acuerdo, ¿y dónde están esos recibos?
-Siempre se destruían pocos días después de que trajeran el pedido, se comprobaba el encargo, se pagaba y se destruía el recibo o el albarán. Solo queda el total del gasto en la cuenta, nada más. Era una norma de los señores, ya sabes cuanto más dinero tienes más raro eres.
Emilio se quedó pensativo con la respuesta. Cogió los papeles y los siguió leyendo, Beatriz en silencio y algo cariacontecida se levantó del asiento retirándose.

Llegando la hora de la cena se volvieron a juntar los dos detectives y Beatriz en otra sala. Los androides como siempre realizaban su trabajo con gran precisión, repartieron los platos de comida pertinentes a cada comensal que previamente habían solicitado cómo era la costumbre en esa mansión. Beatriz llevaba un liviano vestido de noche que sorprendió a los detectives, Emilio y Ricardo seguían con sus trajes con corbata. Emilio y Beatriz conversaban entre ellos sobre anécdotas de sus trabajos y vidas, Ricardo se mantenía al margen aunque no perdía un solo detalle de la conversación. La cena fue ligera y distendida para los tres, después de la cena se retiraron a otra sala para pasar lo que quedase de la noche, los androides les llevaron unas copas.

-Emilio, ¿puedes comentarme algo sobre lo que habéis descubierto durante la tarde? -preguntó Beatriz.
-Bueno, Beatriz -respondió Emilio-. Esta tarde con la información que hemos recopilado sobre los androides y las multinacionales que los fabrican más la información de los señores y sus empresas hemos llegado mi compañero y yo a unas cuantas conclusiones.

Emilio paró el razonamiento bebiendo un sorbo de su copa sin alcohol de color rojo fresa, se quedo mirando la copa reflexivo.

-¿Y bien? -preguntó Beatriz impaciente sacando a Emilio de sus reflexiones.
-¡Ah, sí! Perdona Beatriz estaba pensando en el caso –respondió Emilio como despertándose de un sueño–. Lo primero comentarte que descartamos totalmente el suicidio. La situación en la que vivían los señores, y los proyectos profesionales que tenían a largo plazo con algunos modelos de androides y con sus empresas me indican que la muerte no entraba dentro de sus planes.
-Entonces, ¿qué ocurrió? -preguntó Beatriz sorprendida por el razonamiento mirando a uno y a otro detective.
-Tranquilidad Beatriz, tranquilidad -respondió Emilio pausadamente-. Lo segundo era empezar a descartar sospechosos, y la primera persona que hemos descartado has sido tú, Beatriz.

Se quedaron Emilio y Ricardo mirándola fijamente, Beatriz se sintió incomoda por la respuesta.

-Entiendo, entiendo -dijo susurrando Beatriz quitándose unas lágrimas que le brotaban de los ojos, lo hacía con cuidado ya que iba maquillada.
-Gracias, gracias -habló mientras gimoteaba Beatriz.
-No las merecemos –respondió secamente Ricardo-, solo hacemos nuestro trabajo.

Beatriz dejó de gimotear cortada por la respuesta.

-Resulta complicado encontrar a un culpable ya que no podemos culpar judicialmente a un androide –siguió razonando Emilio mirando el techo de la sala-. Los únicos restos encontrados del veneno se encuentran en el estómago de las victimas, y no hemos encontrado más restos de ninguna clase en ningún otro lugar de la mansión, ni en la cocina, ni en el almacén …

Beatriz miraba a Emilio más tranquila pero sorprendida por el razonamiento.

-¿Entonces? -preguntó Beatriz.
-A parte hay que añadir que no podemos situar a nadie en la escena del crimen durante esos días ya que los androides no guardan ningún registro de quién estuvo durante los últimos veinte días en la mansión.

Ricardo le miraba con cierto grado de preocupación.

-Pero creo llegar a entender lo que ocurrió. Lo que no tengo tan claro es el quién o el por qué ya que hay demasiados intereses en todo esto -concluyó Emilio.

Los tres callaron durante largo rato apurando sus copas.

-Creo que mejor me retiro a dormir –habló Beatriz rompiendo el silencio-. Ciertamente es muy tarde ya.

Beatriz se levantó del asiento despidiéndose solo de Emilio yéndose a su habitación. Emilio y Ricardo se quedaron un rato más sumidos en sus pensamientos.

 -Mejor nos vamos a alguna habitación a dormir. Quizás con el sueño las cosa se aclaren -comentó Emilio.
 -Ve tú. Yo me quedaré por aquí todavía algo más -respondió Ricardo.

Emilio acompañado de un androide se dirigió a una de las habitaciones en la planta de arriba dejando a Ricardo solo en la sala con un claro gesto de preocupación.

Publicado el 17 de abril del 2019.

Revisado el 21 de febrero del 2021.

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