El crimen perfecto. Capítulo 4 - Conclusiones.

Aderezos.

El crimen perfecto.

Capítulo 4 – Conclusiones.


La noche fue bastante ajetreada para Emilio, tuvo una serie de sueños extraños protagonizados por androides. De vez en vez se despertaba sobresaltado por esos sueños. Durante toda la noche se repetía un sueño en el que veía a los androides como una gran fuerza silenciosa conectados entre ellos conspirando contra los gobiernos del planeta Tierra. Otro sueño consistía en caminar por toda la mansión solo encontrándose unicamente con distintos androides que no respondían a sus órdenes por más que él les mandaba; seguidamente soñó que estaba en compañía de una persona perfectamente humana que en cierto momento de intimidad entre los dos se mostraba como androide … era Beatriz. Todo esto fue provocado por la situación vivida en la mansión, la tremenda soledad de ésta y su aversión a los androides. Finalmente acabó despertándose.

Cuando abrió los ojos se dio la vuelta sobre si mismo en la cama mirando a la ventana, el Sol estaba en lo más alto.

-¡Por Dios! ¿Pero qué hora es? -se preguntó sobresaltado.

Se incorporó de inmediato sentándose en el bordillo de la cama bostezando ruidosamente. Se puso de pie todavía somnoliento dirigiéndose hacía el baño que tenía en la misma habitación, llevaba un pijama que le habían dejado los androides que le atendieron, andaba descalzo. Había elegido una habitación pequeña con ventanas al exterior.

-¡Maldita sea! ¿Por qué no me habrán despertado? -se volvió a preguntar cerrando la puerta del baño.

Cuando salió del baño se dirigió dónde dejo la ropa la noche anterior, la encontró perfectamente planchada, limpia y ordenada; y los zapatos en el suelo totalmente limpios y lustrosos. Se percató que los androides habían entrado a la habitación, pero no le molestaron en absoluto ni siquiera para despertarlo, no entendía nada. Se vistió con calma, la corbata no se la puso guardándola en uno de los bolsillos del pantalón. Una vez vestido echó un vistazo a la habitación por si se olvidaba de algo y salió. Se encontró con un androide en la puerta de la habitación nada más salir.

-Muchacho, llévame a dónde esté mi compañero -ordenó al androide.
-Sí, caballero -respondió el androide poniéndose en marcha, Emilio le siguió.

El androide le llevó a la planta inferior a una de las salas dónde se encontró a Ricardo y Beatriz hablando toscamente, los dos entraron.

-¿Por qué nadie me ha despertado antes? -preguntó Emilio secamente y con cierto enfado al entrar en la sala.

Ricardo y Beatriz cortaron su conversación observándole sorprendidos.

-Buenos días, Emilio –habló Beatriz-. ¿Has dormido bien?
-Sí, sí, muy bien … buenos días -respondió Emilio.
-¿Qué hora es? -preguntó Emilio de nuevo.
-Son ya las doce y treinta y cinco minutos de la mañana –respondió Ricardo mirándose el reloj de su muñeca–. Necesitabas descansar, demasiado ajetreo por eso decidí no molestar.
-Vaya, ya lo siento. El tiempo se nos hecha encima pero antes alguien me puede decir, ¿por qué no me ha despertado nadie? -preguntó Emilio impersonalmente.
-Sebastián, ¿por qué no le han despertado antes al señor Muñoz? -preguntó Beatriz mirando al androide con el que había entrado Emilio a la sala.
-El caballero nos dijo al entrar en la habitación que nadie le molestase hasta levantarse al día siguiente, y así lo hicimos -respondió el androide con esa voz impersonal que tenían los androides del servicio.
-Vaya, veo que debes de afinar más con el trato al servicio Emilio –comentó Beatriz sonriente–. No especificaste a qué hora querías que te despertasen, y los androides así actuaron.

Emilio se sentó en una de las butacas, se rascó la cabeza como queriendo entender lo que le decía Beatriz y con un gesto de asentimiento dio a entender que comprendía el error.

-¿Puedo desayunar aquí mismo? -preguntó Emilio.
-Por supuesto Emilio –respondió Beatriz–. Sebastián, atiende al caballero y trae lo que pida para su desayuno.

Emilio pidió al androide lo que quería para desayunar y el androide actuó en consecuencia sin decir la más mínima palabra.

-¿Has llegado a alguna conclusión en la investigación, Emilio? El tiempo se nos acaba, dentro de poco tendremos que dar la noticia del crimen -habló Ricardo algo nervioso.
-Bueno a decir verdad creo que he llegado a la solución de lo que ocurrió, pero a partir de aquí serán tus muchachos los que deban de buscar más pruebas … incluso al posible culpable -respondió Emilio.
-Explicate, Emilio -habló Ricardo enderezándose sobre la butaca poniendo todo el interés que podía, Beatriz le miraba atentamente con los ojos muy abiertos.
-Bien, para empezar los señores de Haro murieron envenenados, éso está bien claro. Hemos descartado el suicidio, las pruebas nos indican que tenían planes de futuro tanto profesionales como personales; la persona que encontró los cadáveres, Beatriz aquí presente, era el único ser humano que tuvo contacto con los hechos …

Beatriz se puso colorada.

- … también la descartamos ya que no podemos demostrar que fuese ella la que utilizando a los androides o usando otros métodos envenenase a los señores.

Beatriz se colocó bien las gafas, se encontraba algo turbada. Un androide entró por la puerta con la bandeja de desayuno para Emilio, la dejo encima de la mesa que estaba enfrente de Emilio, el androide se quedó quieto.

-Puedes irte, Sebastián -ordenó Beatriz, el androide obedeciendo la orden se marchó.

Emilio se incorporó sobre su asiento y empezó a servirse, café, tostadas, mantequilla, fruta variada, miró al azucarero con atención pero no lo tocó. Ricardo y Beatriz miraban embobados como se servía y empezaba a comer el desayuno. Pasaron un par de minutos, observando cómo Emilio desayunaba. Emilio levantó la cabeza y con un gesto comentó que continuaba con el razonamiento.

-¡Perdón, perdón! Es que tenía apetito, ¿dónde estaba? ¡Ah, sí! Cómo iba diciendo, no podemos demostrar que todo esto lo hiciese un ser humano ni que fuese un accidente ya que los señores no construían aquí sus propios modelos de androides … -Emilio paraba su razonamiento para tomar un trago de café o un bocado.
- … la única manera de que fuesen envenenados es que alguien suministrase una sustancia, alguna clase de veneno de aspecto similar a algún aderezo que se emplease en cocina de tal manera que el androide-chef lo confundiese con el aderezo autentico, y sin ninguna clase de control lo vertiese en la elaboración del plato. Como nos dijo la agente Bechat los androides no huelen, no tienen gusto luego se tienen que creer que lo que les suministran es lo auténtico y además no hacen preguntas, son la herramienta perfecta para cometer un crimen.

Emilio mientras razonaba estaba jugueteando con la cucharilla del azucarero moviéndola por aquí y por allí, cogiendo azúcar y volviendo a verter el contenido dentro, removiéndola en un sentido y luego en el otro. Ricardo dio un bote sobre el asiento poniéndose de pie. Beatriz también botó sobre el asiento, pero por el movimiento tan brusco que hizo Ricardo llevándose las manos al pecho del susto. Ricardo se colocó delante de la mesa dónde desayunaba Emilio apoyándose con las manos observando lo que hacía Emilio con el azucarero, Beatriz miraba la escena sin entender nada.

-¿Quién me asegura que esto es azúcar? -preguntó Emilio mientras miraba el azucarero– Si observamos con detenimiento parece tener una apariencia similar, mismo granulado, mismo color.

Emilio con el dedo indice de la mano derecha toco suavemente el azúcar del azucarero y se lo llevó a la lengua.

-Incluso tiene el mismo sabor, parece azúcar.

Ricardo le miraba con los ojos abiertos como platos, alguna gota de sudor se le empezaba a asomar en la frente.

-Pero claro, el día de los hechos quién sabe que sustancia vertió el susodicho androide cuando cocinaba porque no hemos encontrado nada en ninguna parte. Deberíais de mirar más a fondo en la alacena y hacer más pruebas a más androides aunque han pasado muchos días desde los hechos y a saber dónde puede estar todo. Es una buena pista, quizás os lleve al culpable -sentenció Emilio.
 -Te … te … tengo que … hacer alguna llamada … -dijo Ricardo tartamudeando–. Ahora mismo … regreso … no os mováis de aquí.

Ricardo salió casi a la carrera de la sala, Beatriz se quedó mirándole entre sorprendida y divertida. Emilio con la vista perdida siguió apurando el desayuno.

A media tarde estaban los tres en el vestíbulo de la entrada, como siempre eran Beatriz y Emilio los que charlaban animosamente mientras Ricardo daba vueltas pensativo e intranquilo por el vestíbulo.

-Gracias por resolver el caso -habló Beatriz a los dos detectives con los ojos húmedos–. Una vez que esto salga a la luz pública tendré que dejarlo todo, y estar durante algún tiempo desaparecida.
Beatriz tenía el semblante triste. Llegaron dos coches a la plaza de la mansión, del primero se bajaron dos policías uniformados que se quedaron custodiando los vehículos, seguidamente un androide del servicio entró por la puerta.

-Caballeros sus vehículos han llegado -habló el androide.

Emilio tendió la mano a Beatriz que ella la estrechó con fuerza.

-¿Volveremos a vernos? -preguntó Beatriz mirando embobada a Emilio.
-Estaremos en contacto Beatriz, no te preocupes -respondió Emilio.

Se quedaron mirándose a los ojos unos momentos, Ricardo pasando por detrás de Emilio le dio una palmada en la espalda a este.

-Vayámonos Emilio, tenemos mucho trabajo –dijo Ricardo.

Emilio soltó la mano de Beatriz.

–Señorita Goribar, estaremos en contacto informándola sobre la investigación.
-Caballeros que tengan un buen viaje de regreso a sus hogares -habló Beatriz despidiéndose.

Emilio cuando salia por la puerta le dio una palmada en el hombro al androide de la puerta.

-¡Hasta la vista muchacho! -dijo.
-Que tenga un agradable viaje caballero -respondió el androide totalmente impertérrito.

Los detectives finalmente salieron a la plaza entrando en el último vehículo, los dos policías hicieron lo mismo entrando en el primero. Pocos segundos después la comitiva se puso en marcha saliendo de la pequeña plaza mientras se cerraban las puertas de la mansión con Beatriz dentro.

-El caso no está acabado ni mucho menos. Hemos encontrado el probable cómo, pero no el quién, ni siquiera el por qué -comentó Emilio para si mismo dentro del coche.

Minutos después ya estaban en el camino de vuelta a casa.

Antes de que acabara el plazo de silencio que la ley permitía la policía emitió un comunicado relatando el suceso esa misma noche, Emilio estaba en su domicilio preparándose para ir a dormir cuando la noticia se dio por todas las cadenas del país. Se quedó muy sorprendido por la celeridad en dar la noticia ya que tenían de plazo hasta las once horas de la mañana del día siguiente, no entendió los motivos de esta actuación aunque en el fondo le daba igual.

La rueda de prensa se realizó por sorpresa ante los escasos medios de comunicación allí congregados ya que no sabían de que trataba el asunto. El portavoz oficial de la policía perfectamente uniformado acompañado por otros policías tanto uniformados como de paisano entre los que estaba Ricardo empezó a exponer los pormenores de los hechos acaecidos. La muerte de los señores de Haro; la causa de la muerte por envenenamiento; el tiempo transcurrido desde los hechos y cuándo se encontraron los cuerpos; y para acabar las distintas vías de investigación que llevaban para encontrar a los posibles culpables. No hubo posteriores preguntas porque cogió a todos los periodistas congregados por sorpresa. La rueda de prensa fue rápida y concisa, cuando acabó todas las televisiones siguieron con su programación habitual aunque eso solo duró unos minutos, Emilio apagó la pantalla y se fue a dormir.

Al día siguiente y sin nada que hacer Emilio se encontraba sentado en la butaca de su oficina como de costumbre habiendo ya ordenado su correo. Respondió a algún que otro mensaje y leyó alguna oferta de trabajo que le pedía alguna familia descontenta con su hijo o algún esposo preocupado por la fidelidad de su mujer. Se encontraba relajado y contento por como llevó el asunto, miraba a la pantalla del televisor que tenía en la oficina ya que la noticia del día trataba del fallecimiento de los señores de Haro que él había investigado. La conmoción provocada por el suceso fue enorme, la multinacional más grande dedicada a la fabricación de androides sin su accionista mayoritaria, la señora de Haro, estaba al borde de la desaparición o la quiebra; las dos familias de los fallecidos nada más salir la noticia empezaron a enfrentarse por la herencia; la bolsa fluctuaba al alza o a la baja dependiendo de los rumores de quién estaba implicado en la supuesta trama a lo que había que añadir a todos esos programas televisivos que trataban esta clase de noticias luctuosas sin ningún tipo de conocimiento o criterio, el ruido era ensordecedor. Emilio veía todo este vaivén de noticias desde la butaca de su oficina totalmente impertérrito.

Mientras miraba toda esta catarata de sucesos, conspiraciones, rumores y noticias el vídeo-teléfono sonó, miró la pantalla y vio a su viejo amigo sonriente, Ricardo.

-¡Hola, viejo lobo! -habló Ricardo nada más descolgar el teléfono.
-¡Hola, viejo bribón! -respondió Emilio.
-El alcalde y el cuerpo de policía de la ciudad te mandan saludos y todo su agradecimiento por la ayuda prestada. Tus emolumentos ya han sido ingresados en tu cuenta -habló Ricardo.
-Gracias. Para posteriores investigaciones ya sabéis dónde me podéis hallar -respondió Emilio.
-De eso quería hablar contigo Emilio. El alcalde y algún que otro investigador policial ha creído conveniente ofrecerte un puesto de investigador o de detective en la policía.

Emilio puso cara de asombro por el ofrecimiento.

-Ya sabes porque me fui de allí …
-Tranquilo, tranquilo, ya sé de tu animadversión a la política -cortó Ricardo a Emilio-. Te encargarás solo de tu trabajo de investigador, nada más. No tendrás interferencias de nadie que no sea la policía, claro. Tendrás una buena paga, una oficina más grande, seguridad en tu trabajo.
-Me lo pensaré aunque no te prometo nada -respondió Emilio secamente y no muy convencido.
-Por cierto ¿cómo va el asunto? ¿Tenéis ya a algún sospechoso? Tengo bastante claro que la rueda de prensa que disteis ayer a la noche fue un poco improvisada.
-Sí, así es -respondió Ricardo bajando el tono de voz y cambiando el gesto-. Los señores de Haro llevaban sin aparecer casi quince días y ciertos rumores empezaban a asomar por todas partes. No te puedo comentar mucho de lo qué estamos investigando, pero si te puedo decir que tuviste razón en una cosa.
-¿Cuál? -preguntó Emilio vivamente interesado.
-Va a ser muy complicado encontrar a los culpables –habló Ricardo con un gran tono de preocupación- Estos malditos androides se encargan de casi todo y sin ninguna supervisión humana, se ha delegado en todo sobre estas máquinas. Si hay implicación de alguna persona va a ser muy complicado encontrarlo. Creo que en unos cuantos días daremos alguna novedad para que la prensa esté un poco más tranquila y pueda seguir exprimiendo este asunto … en fin … es lo que hay.
Hubo un momento de silencio entre los dos.

- Bueno muchacho, ya te llamaré en un par de días dándote mi respuesta… hasta pronto Ricardo.

Emilio colgó el teléfono, mientras continuaba viendo las noticias con total parsimonia.

Días después Emilio contactó con Ricardo dando su aprobación para el nuevo puesto de investigador en la policía con varias condiciones entre las que estaba la de seguir como detective privado por libre cuándo quisiera. También otra condición era qué ya que iba a tener una oficina más grande, según le comentó Ricardo, probablemente iba a necesitar a alguien más para que le ayudase en las tares de gestión de los casos, atender al teléfono y demás, Ricardo no puso objeción a nada.

Un par de semanas después hubo una rueda de prensa multitudinaria en dónde iban a aclarar los pormenores de los hechos acontecidos en el crimen de los señores de Haro, y a exponer las conclusiones a las que habían llegado los investigadores.

-Bienvenidos todos, y gracias por venir -habló el portavoz oficial de la policía-. La rueda de prensa que ofrecemos se realiza para dar información sobre la investigación de las muertes de los señores de Haro acontecidas hace unas cuatro semanas, más o menos.

Hubo una pausa mientras ordenaba papeles, el silencio en la sala era absoluto.

-Conocen de sobra los hechos ocurridos así que abreviaremos un poco. -Hubo cierto murmullo en la sala-. Empezando por los hechos, los señores de Haro fueron envenenados hará unas cuatro semanas por la ingesta de una clase de veneno que no hemos podido identificar su procedencia. Dicha ingesta se produjo accidentalmente durante la celebración de un almuerzo o cena no encontrándose ningún rastro de dicho veneno en la mansión en la investigación inicial. –El murmullo iba en aumento–. Un poco de silencio, por favor, … … Gracias … … Investigaciones posteriores consiguieron llegar a comprender que fue lo que ocurrió para que se produjera semejante tragedia.

El portavoz detuvo el relato brevemente aclarándose la voz, se encontraba nervioso. Los periodistas de la sala observaban todo expectantes.

- Los investigadores que llevan la investigación han llegado a la conclusión que debido a una serie de hechos fortuitos llevaron a que cierta clase de sustancia que no debería acabar en la cocina de la mansión acabase allí siendo confundido por el servicio de androides de la casa como un condimento. No sabemos de dónde partió el envío de dicha sustancia ya que no tenemos ninguna constancia de dicha compra no pudiendo hacer un seguimiento veraz de dónde partió dicha sustancia. Por lo que podemos llegar a saber, dicha sustancia pudo haber sido utilizada como condimento por el androide-chef de la mansión ya que lo pudo confundir con algún otro tipo de condimento para sazonar los alimentos. Pudo haberlo confundido con la sal, por ejemplo. -Se empezó a oír un gran rumor en la sala-. Después dicha sustancia seria limpiada y eliminada de la cocina y de la alacena de la mansión por el mismo servicio de androides de limpieza de la mansión de una manera automática no dejando rastro de absolutamente nada, tan solo quedaron los cadáveres.

El clamor en la sala era ensordecedor.

-¡Silencio ! ¡Silencio!

Poco a poco se hizo el silencio en la sala.

-Gracias -habló el portavoz de la policía-. Para acabar no hemos podido determinar la implicación o culpabilidad de ningún ser humano en esta tragedia por lo que hemos decido que con las pruebas que tenemos archivar y cerrar el caso como muerte accidental por ingesta de veneno.

El escándalo que se organizó fue mayúsculo.

Emilio se encontraba viendo la rueda de prensa mirando el televisor sentado en la butaca de su lujosa nueva oficina. Miraba con atención y sin perder una sola palabra de lo que decía el portavoz de la policía, sentada recatadamente en la otra butaca de la misma oficina estaba su nueva secretaria que también observaba con interés la rueda de prensa.

-El crimen perfecto -dijo Emilio.
-No entiendo nada. Nadie tiene la culpa, todo ha sido todo un accidente -dijo la secretaria.
-Así lo parece y ésa es la impresión, pero si te das cuenta toda la ejecución del crimen la llevaron a cabo los androides. Unas máquinas que no son conscientes de su existencia ni de la de nadie, y que no pueden ser acusadas de nada porque no son conscientes de nada. Lo que pudo haber ocurrido es que en algún momento del transporte de los envíos una persona no identificada por la investigación intercambiara ciertas sustancias manteniendo los embalajes y las etiquetas originales. Después los androides mecánicamente fueron haciendo todo el trabajo. Primero, los androides llevarían la sustancia perfectamente embalada al almacén; después, llevarían la sustancia que se parecería a algún aderezo a la cocina. El androide-chef aderezó los platos con esa sustancia que sabemos que no la podría diferenciar de la original porque no huelen ni catan los aderezos. Los señores después se toman su almuerzo totalmente desprevenidos de lo que sucede provocando su muerte. Los androides al no saber que estaban muertos se limitaron a seguir con su trabajo programado. Mecánicamente limpiaron la cocina y todos lo enseres que fuesen necesarios; los embalajes del veneno los eliminarían pocos días después tirándolos como desecho sin saber de qué se trataba. Cuándo se hallaron los cadáveres todas las pistas estaban eliminadas siendo imposible encontrar al culpable, o culpables. Lo dicho, el crimen perfecto.

Emilio se quedó mirando a la secretaria.

-Si tú lo dices -respondió la secretaria.
-Por cierto, ¿tenemos alguna novedad, Beatriz?
-Inicias la primera reunión semanal con los detectives de la policía para asesorar sobre técnicas de investigación. Luego a la noche tienes una cena. -respondió Beatriz sonriente.
-¿Ah sí? -respondió Emilio extrañado– No recuerdo con quién.
-¡Conmigo! -respondió Beatriz que levantándose de la butaca caminó hacía Emilio.

Revisado el 21 de febrero del 2021.

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