De tiendas con mamá

Tienda nueva de ropa, y mi madre que no se pudo aguantar a pesar de que tiene casi ochenta años. Me agarró del brazo por la calle y me dijo dónde íbamos.

-Han abierto nueva tienda de ropa en Gran Vía, donde antes estaban esos grandes almacenes. Vamos a ver si hay algo interesante -me comentó animadamente casi canturreando.

A regañadientes me dejé llevar, no tenía previsto ir a ese sitio pero aún así me dejé hacer, y. teniendo en cuenta la edad de mi madre mejor acompañar, además no sé que es lo que puede pensar de las nuevas tendencias, si es que hay algo nuevo en este mundo. Poco a poco, la edad hace estragos, fuimos yendo hacia ese lugar. Me dijo dónde era así que fue sencillo llevarla.

Flores y mariposas

Por el camino me comentaba como le había ido las vacaciones con mi hermano y sus hijos, los nietos de ella obviamente, así que poco a poco me fui enterando de lo que ocurría en casa de mi hermano a parte de los cotilleos de siempre que me comenta. ¡No tenia escapatoria alguna! Atentamente la escuchaba mientras andábamos y de vez en cuando la comentaba sobre lo que me decía para que se diese cuenta que estaba interesado.

-Mira es allí -la comenté desde la acera de enfrente de la tienda.

Se quedó parada mirando como si no reconociese el lugar. No sale demasiado, se cansa mucho y le cuesta andar y en Bilbao han cambiado mucho las cosas desde hace años. Crisis económicas, pandemias y demás hacen estragos en una ciudad pequeña como es la mía. El caso es que busqué un paso de peatones y cruzamos sin más dilaciones. 

La tienda tiene cuatro plantas estructuradas por modas y sexo dejando la planta más alta para la moda de pequeños y recién nacidos dejando las otras tres para moda de hombre, moda joven y moda de mujer. Muchísima iluminación y cantidad de ropa por todas partes a precios bastante bajos. Empezamos a movernos con cierta torpeza por la planta mirando aquí y allí, era ropa de mujer así que deje que mamá mirase a su gusto. Vio un par de cosas que las dejó para luego, craso error, aunque adelanto que no habría consecuencias.

-¡Manú! -me gritó mi madre “delicadamente” – Vamos a la sección de hombres para ver si hay algo para ti.

Nos dirigimos a las escalera mecánicas y subimos hasta la planta correspondiente. Empezamos  a mirar aquí y allí, había camisas vaqueras y chamarras entre mucho más material. Como siempre el problema que tengo yo es la talla, tiene que ser 2XL hacia arriba cuando no es la 3XL. Medidas de aquí S, M, L, XL de más pequeña a más grande. Al final me hice con una camisa vaquera y una especie de niqui de manga larga de color negro, la chamarra me quedaba demasiado justa y al final siempre te pones algo más de ropa así que la descartamos. Respecto a los pantalones no había de mi talla, uso la 50 o 52, no tenían tallas más grandes a partir de la 48. El tema del calzado lo mismo de siempre, uso una 46 o 47, entre el 11 y 12 allá en América, solo tenían hasta el 45. Siempre he tenido problemas con el calzado en todas partes, no entiendo por qué solo fabrican o suministran hasta la talla 45. ¿Los demás no existimos o qué?

El caso es que observando camisas y pantalones me fijé en que había máquinas arcade y como un tonto me puse a jugar breves momentos en una de ellas. ¡Ja, ja, ja, ja! Me hizo retroceder hasta cuando tenía unos quince años más o menos, no creía que todavía existiesen esos juegos en máquinas de antaño. Mi madre me miraba y me decía que qué era lo que estaba haciendo. En fin, el pequeño Manu que se niega a desaparecer y así seguiré por siempre.

El caso es que comprado lo mío nos fuimos a buscar lo que vio antes mi madre y que casi no encuentra, unos pantalones de vestir. Todo ello a precios módicos. Por cierto, la tienda estaba llena de gente sobre todo mujeres, hombres no había demasiados. Así que esquivando trampas y demás artilugios que nos ponen para que compres más nos fuimos a las cajas de pago, y digo cajas porque ya no hay personal de caja.

Las cajas son enormes pantallas donde tú dejas la compra encima de un mostrador unido a la pantalla y automáticamente el sistema capta lo que has dejado encima del mostrador poniéndote en pantalla el precio de cada producto desglosado y el precio total de la compra. Una vez que aceptas la compra te da opciones de pagar en metálico, tarjeta de débito o crédito y otras formas de pago vía app de móvil. Nosotros pagamos, colocamos la compra en una bolsa de papel, que hay que ser ecologistas, y mi madre con cierta cara de circunstancias y yo nos salimos fuera de la tienda. Por cierto, y ahora que me acuerdo, la música que sonaba te encendía para moverte más rápido. Supongo que todos está estudiado para consumir más y mejor.

Una vez fuera mi madre me agarró del brazo y emprendimos el pequeño paseo de vuelta a casa llevando yo la bolsa de la compra en la otra mano.

-¿Qué ponemos de comer hoy, hijo? -me preguntó por el camino.

-No sé mamá, ¿te parece bien un plato de pasta y algo de pollo? -respondí.

-Pues bien -y me siguió hablando de los asuntos que le gustan.

Bilbao, 20 de septiembre del 2023.

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