¡Eh, toro!
Toro. |
TORO
BRAVO.
Es
distintivo animal
de
carácter y bravura.
Elemento
natural
que
nos ofrece mesura.
Imponente
la armadura
que
luces toro bragado
trotando
por la llanura
arrogante,
tan calmado.
Un
cuello grueso detentas,
patas
firmes sujetado,
la
cornamenta ancha enfrentas,
quinientos
quilos pesado.
Paseas
con tus toradas
por
esas dehesas grandes.
Observas
bellas vacadas
allá
por adónde tú andes.
Levantas
dura cabeza
de
grande soberbia hinchado.
Vigilas
ruda firmeza,
sin
sentirte amenazado.
Pero
un día desgraciado
tu
vida se tronca entera,
te
descubres encerrado
tu
subsistencia se altera.
Te
liman tu cornamenta,
percibes
un mal olor.
Te
atraviesan la osamenta,
sientes
cólera y dolor.
Sales
ligero a un recinto,
buscas
veloz la salida,
está
todo con precinto
te
descubres ningún huida.
Un
hombre fardón te incita
desde
el interior del coso.
¡Eh,
toro! Altivo te grita
y
tú arremetes jocoso.
Dos
o tres veces atacas
de
cualquier de las maneras,
tu
grande furia no aplacas
y
a capotazos te alteras.
Un
caballo te destapa,
debido
a tú instinto embistes,
un
mal punzante te atrapa
y
varias veces reembistes.
No
entiendes qué es lo que pasa
por
qué te hacen tanto mal,
el
lugar te sobrepasa
no
compartes el ritual.
Vuelves
de nuevo a embestir
sin
ningún miedo a un torero,
dolor
vuelves a sentir
y
no es nada placentero.
Las
banderillas penetran
en
tu espalda, ¡gran dolor!
Hasta
el fondo de tu alma entran
dejándote
gran terror.
No
solicitas clemencia,
la
pelea continúas,
no
entiendes esta demencia
pero
con bravura actúas.
Muges
de dolor punzante,
cuelga
acero de tu lomo,
sangre
cae a cada instante,
te
va faltando el aplomo.
¡Eh,
torito! Te reclama
una
y otra vez el torero.
El
ánimo se te inflama
y
te echas otra vez fiero.
Varias
veces arremetes
contra
abyecto matador
aunque
nunca te sometes
animal
de gran honor.
Hallándote
ya extenuado
doblas
tu real testera
a
una muleta fijado
sin
saber lo que te espera.
Atacas
por final vez
buscando
el torso torero
diestro
matador, ¡pardiez!
Te
entra su mordaz acero.
Valiente
e intrépido toro
herido
de muerte estás,
te
caen lágrimas de oro
porque
hacia tu final vas.
Rodeado
y derrotado
te
refugias tras maderas.
Eres
por todo acosado
y
de muy malas maneras.
¿Dónde
se encuentran los prados?
¿Dónde
se halla la torada?
¿Dónde
los pastos amados?
¿Dónde
se ha ido la vacada?
Tu
respiración expira
cayendo
al suelo abatido.
No
entiendes por qué tanta ira,
qué
tiene de divertido.
Mientras
se te va la vida
el
matador se pone delante
de
forma vana y divertida.
¡Valiente
tonto arrogante!
Al
final cierras los ojos
reventado
y ensangrentado,
te
arrastran para despojos,
a
ninguno le ha importado.
Del
coso surge un clamor
un
toro bravo han matado,
sin
ningún tipo de honor
gestan
el siguiente astado.