Averías

La verdad que llevamos una racha de averías y arreglos en esta casa que es para echarse a temblar. Ya os comenté el arreglo de la fachada, y nos dimos cuenta porque tuvimos que cambiar la persiana de mi habitación. Os lo cuento de nuevo por si lo habéis olvidado. La susodicha persiana se estropeó no pudiendo subir ni bajar. Vino el carpintero o persianero y nos dijo que mejor sustituirla entera por otra nueva con caja y todo. Al quitarla llegó la sorpresa, se mostró el cabezal de la ventana de la fachada hecho un verdadero Cristo. Como el tema era de comunidad hubo que llegar a un acuerdo dónde se dio el visto bueno para el arreglo. El arreglo se hizo en un día pero tardaron en venir unos tres meses, se realizó la semana antes de la Navidad. La persiana se instaló después de la semana de Navidad, justo a tiempo para el frio invernal. La espera duró un poco pero mereció la pena.

Lavadora nueva

Un par de meses después fue la lavadora la que dijo basta. Al centrifugar hacía un ruido espantoso, ocurrió de un día para otro. Llamamos al servicio de mantenimiento y nos dio la pésima noticia, el tambor de la lavadora estaba roto. El costo del arreglo salia por una lavadora nueva. Así que armado de paciencia me fui con mi madre a una empresa de electrodomésticos dónde vimos muchos aparatos, pero al final tan solo compramos una lavadora nueva. Es más moderna con display y todo, y con una cantidad ingente de programas para distintos tipos de ropa para que luego tan solo usemos un par de ellos. Es lo que tiene cambiar de electrodomésticos cada quince años, la diferencia de tecnología es enorme. Esta es mucho más silenciosa y ecológica, que todo está de moda.

Ahora viene la tercera. La caldera de gas ha empezado a perder agua. Así que como siempre hemos llamado al técnico de la caldera y la ha echado un vistazo. Sabe cuál es la avería, pero nos ha dicho que tal y como está sería mejor comprar una nueva. Tiene ya dieciocho años y ya no da para más, que más nos valdría cambiarla, se amortizaría en cinco años a pesar de los precios del gas, cortesía de Putin esto último. Así que ya hemos empezado a llamar a distintas distribuidoras y con mi madre o sin ella a mirar precios y a ponernos al día en algo sobre calderas de gas. Tiene que venir un instalador para verlo todo, valorar instalación y clase de caldera, y con ello comentarnos que clase de caldera nos conviene más. Esperemos que vengan varias casas, y con ello cotejamos precios. Mucho desembolso económico en poco tiempo.

Entre medias de todo esto el móvil de mi madre, que la señora también tiene derecho a disfrutar de la avanzada tecnología. A pesar de tener ochenta años cómo maneja el móvil, YouTube, WhatsApp y Google son sus principales aplicaciones. Tampoco la exijo mucho más, el resto lo tengo que manejar yo. Todo es cuestión de ver el vaso de agua medio lleno o medio vacío, para mi todo esto es una inversión para los siguientes como poco diez años, no habrá más gastos de este tipo en mucho tiempo. Así que el que no se consuela es porque no quiere.

Ahora el averiado he sido yo. Tranquilos no soy una máquina, no me he convertido en un cíborg, todavía no. Justo antes de publicar y compartir esta entrada mi estómago y mis intestinos han dicho basta. He estado un solo día como una tubería vieja echando líquido por arriba y por abajo, por suerte ya pasó todo y he vuelto a la normalidad. Creo que es una advertencia de que hay que bajar el pistón del trabajo, otra razón no hay. Cuando fuerzas demasiado el organismo te castiga de esta y otras maneras. La gente no se lo cree pero los trabajos intelectuales son más duros de lo que la gente cree, y poco valorados, por cierto. Viene Semana Santa así que soltaré el teclado esos días y estaré de parón obligado ¿Qué será lo siguiente? No se sabe, pero estaremos preparados.

Bueno, esto es lo nuevo en mi vida que quería comentaros en esta entrada. Cosillas que le pasan a uno en su vida, saludos y hasta la siguiente.

Bilbao, 11 de marzo del 2022.


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