Mi comunión

La Comunión es un sacramento de la Iglesia Católica que se suele dar a niños de entre siete y doce años los cuales participan por primera vez en la recepción del cuerpo y la sangre de Cristo, antes se ha de recibir el bautismo. Posteriormente recibes lo que se denomina Confirmación, con unos dieciocho años más o menos, que como su nombre indica es la afirmación de la comunión recibida hace años, también la tengo por si alguien lo quiere saber. Tranquilidad que no cunda el pánico, no me ha dado por evangelizar a nadie ni me he metido a cura pero para situarnos en contexto debemos de saber lo qué es cada cosa. 

Iglesia de San Francisco de Asís o Iglesia de la Quinta Parroquia, lugar dónde hice la primera comunión.

En su momento recibí la comunión que digamos que es algo a lo que te llevan forzado, a esas edades vas a catequesis y no sabes el por qué. La época en la que yo la recibí fue heredera de una religiosidad impuesta y casi todos los niños y niñas, como reza la corrección política actual, la recibíamos. Hoy en día y por lo que llego a saber no la recibe ni el veinte por ciento del total de niños que hay, vivimos otras épocas. El caso es que durante unos dos años recibes catequesis en una iglesia, por supuesto, en mi caso fue una seglar la que nos daba las clases. No son más que unas clases de religión para niños dónde te explican quién fue un tal Jesús de Nazareth, a qué vino, qué hizo, sus milagros, por qué murió en la Cruz, resurrección y demás asuntos que te explican con delicadeza. Por supuesto que no tiene una profundidad teológica amplia, al fin y al cabo son para niños.

El caso es que recuerdo la ceremonia, el templo lleno hasta arriba, como dije eran otras épocas; niños vestidos de marinerito y las niñas vestidas de novia. Salimos de la sacristía y nos paseamos por todo el atrio de la iglesia, andábamos en dos filas paralelas, a un lado los niños y al otro las niñas y por parejas, como si te fueras a casar pero sin boda. Las “parejas” se colocaban por estatura, y yo era algo talludito para la edad aquella, mi “pareja” también. No recuerdo quién fue esa niña ni de lo qué fue de ella, así me va con las mujeres, que paciencia tiene mi novia Melinna, besos para ella. Siguiendo con el asunto que me despisto, una vez que llegabas al altar mayor te separabas y te sentabas en unos bancos al lado de altar, niños enfrente de niñas con el cura en el medio.

El caso es que la ceremonia iba bien y salió todo muy bien, pero ….. y aquí viene el tema, unos policías uniformados, los grises que se les llamaba por su atuendo gris, entraron sigilosamente en el templo quedándose al fondo sin llamar la atención a nadie. Cuando todo acabó quisimos salir, pero no nos dejaron porque había algaradas en la calle. Resulta que días atrás mataron a uno de los jefes de la banda terrorista ETA de por aquel entonces del que no recuerdo el nombre, hablo de principio de los años ochenta, y Bilbao estaba sitiado por protestas y demás. Eran otras épocas, en los años ochenta y noventa, la banda terrorista ETA por motivos políticos, que sería tema para otras entradas, actuaba con una fuerza y crueldad sin límites apoyada por muchos. El caso es que nos quedamos un buen tiempo dentro y esperamos.

Pasados los minutos y como nadie hacía nada los potentados de la época hablaron con los policías ya que estábamos en un templo y debíamos de salir, añadamos también que había muchos niños incluyendo al pequeño Manu. Al final se las arreglaron y por grupos fuimos saliendo a la carrera. Cuando me tocó mi madre agarró de la mano a mi hermano, que también hizo la comunión con migo, y con la otra a mi, y con mi padre por delante salimos corriendo para refugiarnos rápidamente en un bar de confianza mientras sonaban las cargas policiales y las protestas, me fijé que los autobuses azules de aquellos años estaban bloqueados por piquetes tanto por delante como por detrás. Era otro Bilbao oscuro y gris, de Altos Hornos, Euskalduna, hierro y acero, un Bilbao que ya no existe.

El caso es que allí también había mucha gente de la ceremonia y los niños nos quedamos sentados en unas mesas protegidos por los mayores, y volvimos otra vez a esperar. Volvió a pasar los mismo, y volvimos a salir a la carrera todos y por grupos para dirigirnos al restaurante donde se celebraba la comida. Cada cuál al suyo. El resto del día fue lo normal en estos casos con los regalos de turno, un reloj para mi y otro para mi hermano, solo con el tiempo y la madurez me di cuenta de lo que pasó aquel día. Así fue el día de mi comunión, la verdad que nunca se lo he contado a nadie excepto alguna vez que lo he charlado con mi madre. Era algo que quería compartir con vosotros. Los relojes regalados no sé por dónde andan, creo que los tenemos por algún cajón por la casa Lo que sí suelo ver son las fotos que nos hicimos y que tenemos en casa, una fotos un poco descoloridas ya. Ha llovido mucho desde entonces.

Estos son recuerdos que me vienen de vez en cuando y que de vez en cuando también pienso en ello. Nada más que contar por hoy, espero que halláis disfrutado de la lectura. Un saludos a todos y hasta la siguiente.

Bilbao. 16 de enero del 2023.

Lo más visto del mes