Literatura y miedos.
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Algunos libros y DVD's de mi biblioteca. |
He vuelto a releer ciertas novelas que leía hace ya muchos años. Es increíble ver como envejecen las novelas, quiero decir que aquello qué te asombraba en el pasado ya no lo es tanto. También me ocurre con el cine, la diferencia con el cine es que al ser algo audiovisual la memoria te lo guarda de otra manera, cuando lo vuelves a ver lo recuerdas diferente o simplemente no te acuerdas de ciertas imágenes. Por no comentar que ciertas películas envejecen mal si es que se puede emplear ese término. Lo curioso es que ese efecto no me ocurre con la música, tengo que intentar llegar a saber el por qué. El cumplir años, como siempre, y ser un amante de la lectura, me pone en situación de comparar épocas pasadas con las actuales y darme cuenta que quizás la cosas no hallan cambiado tanto.
Pensándolo mejor y enfocando mejor el párrafo anterior, no envejecen las novelas, ni el cine, envejecemos nosotros. A medida que vamos cumpliendo años y que vamos añadiendo más experiencias a nuestro vida cierta literatura que te fascinaba resulta que se queda obsoleta o sin sentido, ocurre sobre todo con la ciencia ficción. Leer literatura de otras épocas te acerca a ver qué era lo que atormentaba a otras personas, escritores, en la época en la que vivían. Por comentar, la primera obra de la ciencia ficción, por lo menos así lo consideran los eruditos del tema, es “Frankenstein” de la escritora inglesa Mary Shelley. La novela es considerada como el mito del moderno Prometeo, que no se me enfaden las feministas. Un científico pretende crear vida retando a Dios tal y como hizo Prometeo cuando éste entregó el fuego a los hombres retando a Zeus. Comento todo ésto porque el enfoque de terror que tenía con esa novela o película para mi ha desaparecido, ahora más bien la veo como un intento zafio de preguntarse si el hombre es capaz de crear vida enfocado con las teorías científicas de la época. Por supuesto que la respuesta siempre será negativa, el hombre nunca podrá crear vida. El resto de la novela es el desarrollo normal que se puede esperar de una novela escrita en la época victoriana, sin más.
Cuando releía ciertas novelas de ciencia ficción de mediados del siglo XX me asombraba ver como he cambiado. Lo que antes me fascinaba ahora lo considero absurdo y sin sentido, ciertas novelas ya no entiendo qué es lo que quieren contarme o enseñarme. Además la estructura de la novela la encuentra engorrosa y zafia, vamos, que me cuesta leerlo. No es una clase de novela que se realice ahora, son poco dinámicas. Las encuentro muy encorsetadas lingüísticamente hablando, correosas y difíciles de leer. No me sorprende las teorías científicas que aplicaban, al fin y al cabo la ciencia ficción se apoya principalmente en teorías científicas de la época en la que se escriben. Los miedos y prejuicios de la época son distintos a los de ahora. No encontrarás novelas que hablen de agujeros negros o púlsares, cambio climático o derrumbe tecnológico. Cada época tiene sus miedos.
Y nosotros tenemos los nuestros, suelo leer críticas referidas a estos novelistas que hablan de los miedos de la época en la que esas novelas fueron escritas. Es típico encontrar en la literatura de la época el peligro de una guerra nuclear que aunque pensemos lo contrario todavía hoy perdura. El relato continua creando un escenario post apocalíptico con una civilización destruida, acabada y decadente. Las bombas atómicas hicieron mucho daño a cierta gente, sobre todo científicos y escritores, que llegaron a percatarse de los peligros que semejante arma llevaba consigo. Ahora nos parece normal esas advertencias porque sabemos de los peligros de la guerra atómica, pero por aquel entonces no tenían ni idea. Haciendo experimentos se dieron cuenta del daño que se podía hacer, que todo hay que explicarlo. Siguiendo con más relatos, la típica rebelión de las máquinas controlando a la humanidad, el peligro de la exploración espacial, la guerra biológica. En fin, que eran unos verdaderos paranoicos. Pero pensándolo bien, ¿solo ellos? Creo que nosotros también, cambio climático, invasiones alienígenas, control metal, Inteligencia Artificial, Gran Hermano y por no seguir.
Los miedos son inherentes al ser humano y éso se nota en la literatura de cada época, ahora tenemos los nuestros aunque no se quieran ver y solo se critique el pasado. El miedo es libre, pero no penséis que ciertos miedos o mitos están pasados de moda. El mito de Prometeo no se ha olvidado, no. Ahora se emplean otras teorías científicas destinadas a hacer lo mismo, intentar crear vida retando a Dios. Es sencillo verlo en ciertas novelas y películas, ciertas formas de clonación de seres humanos, investigación de Inteligencia Artificial, inmersión de la mente humana en ordenadores cuánticos o encontrar vida inteligente en otros planetas u otros lugares del universo, todo ello convenientemente aderezado con jerigonza pseudo científica que solo ellos se lo creen, claro. La verdad es que todo ya está escrito, prácticamente no hay nada original. Los griegos tenían el mito de Hércules o Heracles, latín vs griego, como gustéis. Hoy en día nuestro mito se llama Supermán que además vuela, si alguien no le conoce se trata de un alienígena que viene de un exoplaneta llamado Kripton. Los superhéroes de Marvel no son más que dioses griegos convertidos en superhéroes modernos. Es fácil diferenciarlos, cuando veas por la calle a alguien con ropa chillona de colores y la ropa interior por fuera ya lo sabes, es un superhéroe.
La literatura de ciencia ficción sigue ahora por los mismos derroteros, pero con otros contenidos. Los miedos son diferentes, y así los escribimos, como por ejemplo posibles desastres debido a nuestra excesiva dependencia de la tecnología, mi relato, el cambio climático tan de moda hoy en día, colapso económico, guerras zombis. Todo ello llevado al mismo sitio, las causas y las consecuencias de un posible derrumbe de la civilización acabando en un escenario post apocalíptico tipo Mad Max. Ya no tenemos miedos a guerras propias aunque haya peligro, pero nos encargamos de que nos invadan a lo bestia toda clase de alienígenas, solo proyectamos nuestros propios miedos sobre esas invasiones. Por cierto y por comentar, ningún escritor de ciencia ficción escribió jamás sobre un fenómeno llamado Internet tal y como lo vivimos, así que no creáis que los que escribimos esta clase de literatura somos tan visionarios, menos cuento es lo que debemos de tener. No ha cambiado nada en la humanidad desde que se escriben ficciones, proyectamos nuestros miedos y temores tratando de conjurarlos o tratando de avisar a los demás sobre posibles amenazas que nos trae nuestra avance científico.
He decidido dar carpetazo a parte de la literatura del pasado más que nada porque ya no me aporta nada, son conceptos e ideas ya superadas o sustituidas por otras más actuales. No pienso tirar libros porque no me gusta desprenderme de ellos, me deja mal cuerpo. Así que tendré que leer sobre escritos de hoy en día, o escribirlos yo mismo. ¿Será esa la solución?
Ésto es todo por hoy, un saludo a todos y hasta la siguiente.