Desconfianza.

 Es lo que me estoy encontrando en todas partes, desconfianza. El virus ha hecho que dudemos los unos de los otros. No nos acercamos, no nos tocamos, casi ni nos miramos. Nuestra vida diaria es una especie de estar vigilando para que no nos pase nada. El miedo a las relaciones sociales es el nuevo campo de batalla al que debemos de prestar atención. Sé de muchas personas que han restringido su contactos sociales, no van a bares, no van al gimnasio, las compras al supermercado las piden por Internet, han dejado de socializar. En un país como el mío dónde el salir a tomar unos potes es el día a día resulta muy duro, y con consecuencias mentales graves.

La desconfianza es la antesala del desierto de la soledad.

Todo esto nos puede llevar a una división clara entre personas e incluso familias ya que para restringir los contagios debemos de restringir los contactos. El encontrarte con conocidos, amigos, por la calle y detenerse a charlar del día a día ha quedado en suspenso. Nos saludamos y pasamos de largo, o hacemos una conversación corta manteniendo las distancias y siguiendo nuestro destino como dos barcos que se encuentran y que se mandan señales en morse desde un foco en la proa del navío.

Los seres humanos somos seres sociales y de contacto, necesitamos rozar con los demás para sentirnos bien de ahí la expresión: “No es bueno que el hombre esté solo”. Puede hacer que la mente se vaya por ciertos derroteros nada buenos para nadie. La soledad y el aislamiento es duro, y en la medida de lo posible debemos de seguir interactuando entre todos. La desconfianza la debemos de retirar de nuestros corazones y volver a ese estado de certidumbre que parece ser que hemos perdido.

Todo esto solamente nos lleva a la división entre todos nosotros, fobias hacia ciertas regiones dónde por ciertas circunstancias la pandemia está golpeando con fuerza. Poco menos que se pide que se levante una muralla entre regiones para evitar contagios, no debemos de señalarnos por ser de una región u otra. Al contrario deberíamos de juntarnos entre todos para pelear contra este bicho, al fin y al cabo es un virus y acabará afectándonos a todos. Todo esto, y me reitero, sólo nos lleva hacía la división entre todos nosotros “divide et impera”, divide y vencerás, un lema muy romano que quizás hoy en día está cobrando mucha fuerza.

No escribo más, por hoy suficiente. Cortita reflexión para todos vosotros, hasta la siguiente entrada.

Lo más visto del mes