La suerte

- Nunca has tenido suerte para nada en la vida -me habló mi madre con voz compungida.

No respondí, simplemente me quedé reflexionando sobre su afirmación. Hice un rápido repaso mental de casi todo lo que me ha ocurrido a lo largo de estos cincuenta y dos años que tengo, y la verdad, no le falta razón.

Flores de la suerte

A nivel de amistades nunca he estado rodeado de gente que me responda demasiado y desde hace años he tirado la toalla. Sé que la gente me quiere, pero por alguna extraña razón que desconozco no consigo que nadie me responda en condiciones. No logro encontrar ese grupo de personas que pueda alentarme en mis quehaceres diarios. Me dedico a lo que me dedico y soy plenamente consciente de que hay poquita gente que me pueda dar un consejo o apoyo a lo que hago, a parte que como comento muchas veces a nadie le importa. Y cuando me encuentro con alguien que sabe como funciono, pues resulta que está situado a miles de kilómetros de distancia de mi, la conexión obviamente es vía internet.

En el trabajo reconozco que siempre he sido un inadaptado, no he sido nunca un mal trabajador pero resulta que valer para otra clase de trabajos pesa y mucho. Siempre he estado de aquí para allá, en unos sitios mejor que otros, en otros sitios más contento que en otros, pero nunca desarrollándome plenamente. Ahora con lo que hago me he encontrado a mi mismo, el tema de la monetización como siempre me cojea, uno no vale para todo. Por cierto, de todas las empresas en las que he trabajado, y son muchas, solo una queda en pie. Sin comentarios.

Las relaciones con las mujeres siempre han sido un quebradero de cabeza, no voy a decir que para mi son un misterio insondable, que lo son, pero siempre y digo siempre he y han acabado como el rosario de la aurora. Por alguna extraña razón ninguna se atreve a dar el paso definitivo y a quedarse a mi lado, se acaban alejando como auténticas locas y desconectando de mi queriendo después intentar volver a empezar la relación. Lo que ocurre es que se han cargado todos los puentes posibles y la relación no es retornable. Ha habido dos excepciones, pero se encuentran a no sé cuantos kilómetros de distancia. La suerte si es que existe no la tengo.

Podéis decir que el haberme encontrado a mi mismo es ya tener suerte, que mucha gente no se encuentra a si misma nunca, o que la suerte es algo esquiva y solo la encuentra quién la busca en condiciones. Mal de muchos consuelo de tontos, y aquí sigo remando y remando no sé muy bien hacía dónde, después de que pase todo este tema de la pandemia veremos como el mundo vuelve a enfocarlo todo y veré que debo de hacer. Mientras tanto por aquí estaré apelando no sé muy bien a qué o a quién.

Saludos y hasta la siguiente.


Lo más visto del mes