Sin bellas artes

Hay cierta clase de bellas artes que no valoro o más bien mis capacidades son muy limitadas para valorarlas, se trata de la pintura, la escultura, la danza, y la actuación o el cine y el teatro, el denominado séptimo arte. Las únicas bellas artes que puedo evaluar son la música, aunque no soy músico, y la poesía. Estas dos últimas artes las valoro en su justa medida ya que música he escuchado toda mi vida y poesía he leído bastante, y ahora la escribo. Esta entrada no va estas dos últimas, para eso ya tenéis más entradas en este blog. De las primeras que son de las que voy a escribir nasti de plasti, vamos que nada de nada.

Edificio del Museo de Bellas Artes de Bilbao

Ver un cuadro de quién sea no me produce rechazo, pero no llego a evaluar en su justa medida el valor que pueda tener dicha pintura. Lo que llega a contar un especialista sobre los cuadros me deja asombrado, la luminosidad, lo que representa, los colores y por no seguir. En fin, que uno no vale para todo. No penséis que el hecho de no ser un conocedor de pinturas o cuadros me quita de saber y conocer los grandes pintores de la humanidad. Picasso, Velázquez, Vincent Van Gogh, Leonardo da Vinci, Monet y otros muchos más. La lista sé que es extensa, pero mi conocimiento es tremendamente limitado en este campo. El tema de la escultura da para mucho menos, es que no tengo ni idea de nada. El David de Miguel Ángel Buonarroti y poco más, lo demás me parece mármol al que se le ha dado forma humana inexpresiva, por no hablar de ciertas esculturas de hoy en día. Ese hierro retorcido que tenemos por estos lares u otras esculturas a lo largo del mundo que la verdad no las entiendo. Hoy en día la pintura y la escultura poseen una abstracción que me supera, los especialistas sabrán.

La danza clásica directamente me aburre, no he visto más de cinco minutos seguidos una danza de ese tipo. Por no hablar de las coreografías de la música actual en cualquiera de sus vertientes, nunca me han llegado a apasionar, y poco más que comentar de este tema. Creo que decir que no soy de pista de baile y que la última vez que pisé una discoteca fue hace unos treinta años no debe de extrañar a nadie. Desde entonces no he pasado por un lugar como ese, sé que sirve para ligar y todo eso, pero en mi caso prefiero no hacer el ridículo. Mi coordinación motora para el baile y la danza es nula así que todo eso lo dejo para otros.

Respecto a la actuación tampoco sé valorar en su justa medida si ciertas personas valen para actuar o no. Generalmente seguimos a los grandes actores de la época que nos ha tocado vivir, principalmente lo que viene de América y luego lo que se encuentre en cada país. No soy cinéfilo, apenas voy a salas de cine y mis conocimientos sobre el séptimo arte son justitos. En casa solo suelo ver los grandes clásicos de esta época y de épocas pasadas. Todas esas películas de serie b, c, o z que dan por la TV  ni me molesto en asomarme, las considero muy limitadas en todo. Lo que sí me percato es cuando una película es europea o de otro continente, la verdad salta a la vista. Comentar que no sirvo para actor es una obviedad que no creo que extrañe a nadie. Quizá mi falta de interés con todo esto es mi inutilidad para desarrollarme como profesional con estas artes, probablemente de ahí venga todo.

Llegamos al final. No solo hay que hablar de lo guapo y majo que soy, también de vez en cuando tenemos que hablar de nuestras limitaciones, al fin y al cabo tan solo soy un ser humano que da para lo que da. Eso sí, respeto profundamente lo que hacen estas personas, cada uno desarrolla su potencial a su manera y yo a la mía.

Un saludo a todos y gracias por estar ahí.

Bilbao a 1 de junio del 2021.

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