El avistamiento.

AVISTAMIENTO.

La noche oscura con Luna.

Abducciones I

El avistamiento.


Me despedí de María con un cálido beso quedando para otro día. Salí de la habitación caminado por un largo pasillo lleno de puertas a ambos lados. Al llegar al final del pasillo abrí la puerta principal y accedí al interior del bar. Caminé por todo el interior del local intentando llegar a la salida esquivando gente que tomaba la última copa. A un lado dejaba la barra del bar ocupada por mujeres aburridas que miraban sus móviles tecleando algo en ellos y algún que otro cliente que miraba con esa cara de tristeza y culpabilidad que tienen algunos hombres por estar en esa clase de garitos. Al salir por la puerta me despedí del conserje que había allí empezando a caminar por calle con paso calmado. Sentía a mi alrededor el perfume de María y la calidez de sus besos, y con esa cara de tonto que se le queda a uno me dirigí a paso lento a la parada de taxis para dirigirme a mi domicilio. Cuándo llegué observé que no había ninguno.

-Toca esperar -pensé.

La noche era fría, miré hacía el cielo y apenas pude distinguir alguna que otra estrella, cielo raso y despejado sin luna llena. La calle estaba vacía de personas, horario entre semana y bastante tarde como para que nadie se aventurase por esas calles. Ni siquiera había tráfico de vehículos, me abroché mejor el abrigo y esperé algunos minutos más.

Pasó el tiempo, bastantes minutos, y no apareció ningún taxi que me pudiera llevar. A pesar que en el cartel de parada de taxi señalaba el número de teléfono para llamar no tengo costumbre de llamar a ningún vehículo por teléfono. Así que hice mis cálculos, y todavía con la compañía de María en la mente calculé que andando a un paso medio a pesar de las horas, y con el cierto cansancio que tenía podría llegar a casa en una medía hora. Me levanté las solapas del abrigo para taparme más el rostro, después me guardé las manos en los bolsillos para que no se quedasen frías y resignado comencé a caminar en dirección a casa, poco a poco fui haciendo camino.

A pesar de que las calles estaban perfectamente iluminadas, y que la ciudad dónde yo vivo es una ciudad segura, debía de andarme con tiento y ser precavido. Aunque tardase algo más lo mejor era caminar por las calles más anchas y principales para evitar algún que otro susto. El silencio era total, no voy a decir que era algo extraño porque no suelo pasear a esas horas por la villa, pero la quietud y la tranquilidad eran abrumadoras. Solo escuchaba el ruido de mis zapatos al caminar, ni una persona, ni un vehículo, ni una sola gota de aire. Miré al cielo oscuro como el carbón y a duras penas distinguí la constelación del cazador, la tenía justo encima de mi cabeza. Me detuve para ver alguna estrella más, pero percatándome que no era el momento ni el lugar para realizar observaciones astronómicas seguí caminando.

Pasados varios minutos, y de improviso, me rebasó en silencio por uno de los lados una persona, un hombre alto, delgado, calvo, bastante desgarbado, no llevaba abrigo tan solo una especie de cazadora muy fina, pantalones blancos y zapatos blancos. Me pareció que era más un atuendo propio de la primavera que del invierno. Lo que más me llamó la atención fue la forma del cráneo y de la cabeza. El rostro era muy estrecho con una nariz afilada y delgada. El cráneo era llamativo, tenía una forma tremendamente cóncava para un ser humano, no la forma plana habitual que poseemos los homo sapiens. El personaje con un paso amplio a grandes zancadas y sin hacer ruido se alejó rápidamente de mi perdiéndose a lo lejos. Parecía que tenía prisa por llegar a algún sitio. Me quedé bastante sorprendido la verdad, pero como se suele decir de noche todos los gatos son pardos.

Algo tenso seguí caminado observando con cuidado todos los lugares, todavía me quedaba un buen trecho. De golpe noté como una fuerte ola de calor me caía de la cabeza a los pies, miré hacía los arboles que había en la calle pero ninguno llegó a mover una sola hoja. Extrañado levanté la cabeza y sorprendido por lo que veía me quedé clavado en el suelo. Un objeto metálico con forma de U invertida bastante abierta se movía majestuosamente y en absoluto silencio por encima de las casas. En ese momento tan solo pude ver el vientre y los extremos del aparato que le daban esa forma de U invertida. No fue demasiado difícil darme cuenta que no era un aparato construida por mano humana. Aceleré el paso para ponerme a la par del aparato y observarlo mejor, podía seguirlo sin ninguna dificultad. Majestuoso, se deslizaba en una perfecta línea recta a lo largo de la calle. El calor que despedía el aparato me acompañaba. Observándolo detenidamente pude dividirlo en tres partes, una zona central que ocuparía un tamaño de cuatro o cinco campos de futbol y unas alas situadas a izquierda y derecha que se doblaban hacía la tierra dando esa forma curiosa de U invertida. No todo el objeto era la perfección absoluta, llegué a notar ciertos tonos de color distinto en el fuselaje del aparato, como una especie de remiendos que se ponen cuando algo se cae. El color era gris oscuro aunque de noche todos los gatos son pardos, creo que me repito. Sigamos … De improviso el aparato se detuvo empezando a descender. Me quedé quieto, creía no respirar.

-Si sigue bajando va a chocar contra los tejados de las casas -reflexioné para mi.

Por suerte, o eso creí como un incauto, el objeto se detuvo rozando los tejados. Se quedó totalmente quieto, inmóvil, sin hacer ninguna clase de ruido. Flotaba totalmente impertérrito como queriendo enseñarme algo. Me fijé en esos arreglos que creía tener el objeto y me percaté que formaban una especie de alfabeto totalmente desconocido para mi. La verdad es que me embobé de tanto mirar el objeto, tan de cerca estaba y tan grande era, que me pude dar cuenta que el fuselaje estaba pulcramente pintado de gris. No se veía ninguna clase de fisura ni tara, pero para mi frustración solo conseguía ver el vientre del aparato.

No sé el tiempo que me quede mirando al objeto, pero en un momento determinado y sin previo aviso empezó a elevarse en vertical. Cuando alcanzó la altura necesaria, algo más que la vez anterior, comenzó a desplazarse hacía adelante. Volví a caminar siguiéndole como hipnotizado, pero esta vez aceleró tanto que no pude seguirlo andando. Instantes después ya no estaba debajo del aparato. Lo que si pude observar cuando estuvo a suficiente distancia era que tenía cierto grosor, pero no pude apreciar el tamaño. Cuándo el aparato se alejaba pude observar tres luces en la parte de atrás en el sentido de la marcha. Eran de un color azul brillante, la del centro era la más grande de las tres y permaneció encendida todo el rato, las otras dos más pequeñas a los lados se apagaban y encendían alternativamente dependiendo de la maniobra que realizase. El aparato muy alejado de mi y ya visto a lo lejos se desplazó hacía la derecha, y lo perdí de la vista entre los tejados de las casas.

Antes de desaparecer, y cuándo ya no estaba debajo del aparato noté que el frio volvió al lugar, aún así la calle seguía vacía. Andaba pausado pensando en saber qué era lo que había visto. Unos pasos más adelante y cuándo me recuperaba de la impresión escuché ruido de pasos detrás de mi, giré la cabeza para ver quién venía. Era un grupo de unas cincuenta personas bastante pintoresco, andaban en silencio. Algunos daban grandes zancadas, otros avanzaban pasito a pasito, pero el grupo era compacto avanzando todos con la misma rapidez. Ocupaban toda la acera y no supe dónde ponerme, cuando me alcanzaron y creyendo que me irían a empujar se abrieron hacía los lados esquivándome como si fuera una especie de poste en el camino. Al pasarme dejaron como dos metros de distancia entre el grupo y yo. Nadie me rozó, nadie me miró, a excepción de la mujer que encabezaba el grupo, o por lo menos eso me parecía. Era de baja estatura de un metro cincuenta más o menos, pelo negro fino como el carbón hasta la cintura, ropa muy ajustada, era muy redonda dónde una mujer debe de serlo. Por lo demás era de piel muy pálida, cuando me alcanzó giro la cabeza mirándome con unos ojos negros profundos. Me sonrió cálidamente y siguió su camino con todo el grupo detrás, parecía que les llevaba con rapidez. Me dejaron atrás muy rápidamente perdiéndolos de vista al fondo de la calle.

-Creo que me habría sido mejor coger un taxi, extraña noche -pensé.

Sorprendido y confundido volví a quedarme solo, solamente me quedaba llegar a la plaza que ya empezaba a distinguir al fondo, después debía de girar a la derecha y coger una de las calles que salía hacía una segunda plaza que me quedaría a la vista nada más alcanzar la primera. Están separadas unos trescientos metros, más o menos. Así que recuperando el ánimo seguí mi camino. Pasé al lado de otra parada de taxis que estaba antes de llegar a la plaza, estaba extrañamente desierta. Ningún vehículo.

Cómo comenté llegue a la primera plaza sin novedad. La plaza es grande, señorial, con una fuente de agua justo en el centro apagada, jardines cuidados y bancos donde la gente se puede sentar que obviamente a esas horas de la noche estaban vacíos. Al pasar al lado de la plaza seguidamente caminé hacía la calle pertinente para enfilar el final del camino.

-Ya falta poco -pensé.

Al entrar en la calle vi a lo lejos la segunda plaza sin distinguir ninguna clase de problema, había mucha distancia para distinguir algo. Paso a paso y tranquilo me fui acercando, pero a medida que me acercaba empecé a notar algo extraño en dicho lugar. Al principio creía que eran las luces de la plaza, pero al ir aproximándome me di cuenta qué lo que se congregaba eran unas personas ocupando el centro de la plaza. En vez de alejarme del lugar que habría sido lo sensato, la curiosidad me picaba, y llevado por una extraña fuerza me fui acercando poco a poco. Cuando ya me encontraba a cierta distancia noté que se hallaban absolutamente quietos y en total silencio. Así que a cierta distancia y a groso modo calculé que eran unas doscientas personas. Poco después me di cuenta que lo de personas era un decir porque el grupo era bastante pintoresco y algunas “personas” de las allí congregadas tan solo tenían un aspecto humanoide más que humano.

No me detuve y seguí caminado hacía la plaza en cuestión atraído por una fuerza misteriosa. Cuándo me encontraba a cierta distancia empecé a distinguir a cada individuo pudiendo ver al hombre que me rebasó en la calle y al grupo que me adelantó. La mujer que me sonrió también estaba allí destacando entre ellos. Todos miraban al frente con la vista perdida en el vacío. Continué con mi aproximación, y al llegar a cierta distancia la mujer dirigió su mirada hacía mi. Me detuve en seco involuntariamente sujetado dulcemente por una fuerza invisible como a unos veinte metros del grupo. No me hallaba dentro de la plaza sino parado en una de las aceras adyacentes a ella. La mujer empezó a caminar dirigiéndose hacía mi acompañada, escoltada más bien, por dos de los seres que allí se hallaban.

Cuando llegó una gran sonrisa dibujaba su cara, la nariz era pequeña y chata acompañada por dos ojos tan negros como la noche, lo único que no iba bien con ese bello rostro eran dos pómulos prominentes y extrañamente sonrosados. Por lo demás la mujer, o éso era lo qué yo creía que era, tenía un perfil muy sensual.

-Hola, Manu -dijo la mujer-. ¿Qué haces por aquí a estas horas?

Su dulce voz me envolvía entrando en mi mente relajándome profundamente. Intenté responder, pero no pude articular ninguna palabra. Seguía mirando fijamente a ese rostro como hipnotizado.

-Sabemos de tus esfuerzos en tu trabajo, y a pesar de que creas que estás solo no es así -siguió hablando-. Tu trabajo dará sus frutos perdurando durante mucho tiempo, más del qué logres creer, aunque todavía no puedas atisbar cual será tu magnífico futuro. No cejes en tu empeño, todo saldrá bien. Conseguirás grandes logros, serás alguien grande entre los tuyos, cómo decís en este planeta. Persevera y no te rindas nunca.

Levanté la cabeza mirando hacía dónde estaba el grupo de seres, y sorprendido observé que todos miraban hacía nosotros. A pesar de la distancia parecía que nos escuchaban, más bien la escuchaban a ella, ya que yo no podía articular palabra alguna.

-Ahora debemos partir, pero por aquí quedaremos unos cuantos más para ver cómo os va a todos en este planeta -habló la mujer.

Al momento noté un intenso calor que me invadía de pies a cabeza, como llegué a notar anteriormente durante mi caminata. Levanté la cabeza mirando a la profunda oscuridad de la noche observando como la nave que me acompañó durante mi ruta hacía casa descendía con suavidad ocupando toda la plaza y parte de las casas de alrededor. Se paró justo por encima de los tejados de dichas casas, flotaba perfectamente sin ninguna clase de temblor.

Cuando agaché la cabeza para mirar a esa mujer ella ya se encontraba con el grupo de seres, sin darme cuenta se había movido hacía allí. Me miró levantando una mano a modo de despedida con una sonrisa que no se le quitaba del rostro. Se hizo el silencio en todo el lugar, todos los seres miraban hacía adelante tranquilos con la mirada perdida, parecía que esperaban algo. Poco después un enorme resplandor en forma de paralelepípedo empezó a descender del vientre de la nave en dirección a estos seres. Parecía que iba a golpearlos y tirarlos al suelo, pero no fue así. Atravesó a todos los seres envolviéndolos en una especie de plasma trasparente. Al poco el color cambió a un blanco opaco empezando a elevarse pausadamente con los seres dentro del paralelepípedo hacía el vientre de la nave que permanecía cerrada a cal y canto. El resplandor atravesó el fuselaje de la nave desapareciendo los seres en su interior. Ya no había nadie en la plaza, me encontraba solo.

Nada más producirse esta operación la nave suavemente se empezó a elevar sin ninguna clase de ruido ni sonido. Al coger cierta altura la proa de la nave se levantó hacía el cielo, mientras esto ocurría la nave siguió elevándose impertérrita. Se encendieron todas las luces de popa con un color azul brillante saliendo despedida a una increíble velocidad, supongo que encendieron los motores. A los pocos segundos la perdí de la vista como un punto blanco más en el descomunal firmamento. Me quedé un momento mirando el punto hipnotizado, al volver el frío a mi alrededor reaccioné casi sin darme cuenta en dónde estaba. Me pasé la lengua por los labios en un gesto instintivo y noté cierto sabor agradable, pero desconocido para mi. Al tocarme los labios noté carmín, era de color verde como los labios de esa mujer. Respiré un poco y seguí mi camino hacía casa.

Llegué a casa sin novedad, al entrar me fijé en la hora en el reloj de la entrada y me percaté que me había demorado más tiempo del que calculé en llegar. Pensé que se había adelantado o incluso parado. Miré más relojes de casa, y según estos relojes habían pasado casi dos horas desde que me marché del local. Me sentí extrañado por la tardanza, pero lo achaqué a la observación de los hechos narrados anteriormente. Aún así no me salían las cuentas. Me dirigí al cuarto de baño a asearme un poco antes de dormir. Al salir al pasillo me sobresaltó una figura que me miraba.

-¿De dónde vienes, pingo? -preguntó.
-De estar con unos amigos, ama -respondí mientras me dirigía a mi habitación.
-¡Claro! Lo que tu digas, la próxima vez avisa.

Y con la tabarra de mi madre que me hizo bajar al mundo real una extraña noche tocaba a su fin.

Publicado el 11 de septiembre del 2019.
Revisado el 24 de febrero del 2021.

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